5 de nov, 2021 por Adrián Cortés
Hablar de Hot Wheels como un juguete es pasar de puntillas por el garaje de muchas generaciones. Los coches estadounidenses pasaron de rugir en los salones a quemar ruedas en los altares del fenómeno coleccionista de la cultura pop.
La historia de Hot Wheels es la historia de un padre preocupado por sus hijos. Así podría, al menos, empezar la leyenda de esta línea de juguetes estadounidense, que nace cuando Elliot Handler se indigna por la mala calidad de los coches con los que jugaban sus hijos y decide coger el volante del asunto, lanzando años más tarde -en 1968- el Custom Camaro.
Hasta entonces, los coches de juguetes eran burdas reproducciones de vehículos con colores y formas que no reproducían ni con lejana exactitud los de la vida real. Los Hot Wheels, sin embargo, se distinguieron desde su nacimiento por su elaboración, el nivel de detalle y -sobre todo- por su velocidad. Los neumáticos anchos de plástico duro tenían menos fricción y giraban con mayor suavidad que sus predecesores.
En su primera edición de 1968, Hot Wheels lanzó el Custom Camaro junto a otros 15 modelos bajo la denominación Sweet Sixteen y conquistó el mercado. Urge contextualizar que la irrupción de esta nueva serie de juguetes coincide con la filosofía ‘Bigger, Faster, Better’ de la ‘Muscle Car’, época dorada de la industrial automovilística estadounidense: el Mustang estaba en pleno apogeo, Generals Motors acababa de presentar el Camaro y Dodge ya presumía de Barracudas y Challengers.
Para el equipo creativo, Hot Wheels apostó por Harry Bradley, diseñador de la General Motors y líder del proyecto innovador en cuanto a coches futuristas y fantásticos. Pionero en el sector que le llevó a alcanzar el éxito en el mercado. No obstante, los modelos de los vehículos no fue el único rasgo identitario de la compañía. Además de los coches, también son legendarias sus pistas naranjas: de la pista circular de seis unidades a las lanzaderas camufladas como estaciones de servicio.
Por hablar de cifras, Mattel ha producido desde su nacimiento más de tres mil millones de coches o, lo que es lo mismo, supera la producción conjunta de tres grandes fabricantes de automóviles. Una auténtica barbaridad que crece a 17 Hot Wheels por segundo, de los más de 800 modelos y 11.000 variaciones que existen. Asimismo, la compañía estadounidense suma cada año cerca de 10km nuevos de pistas para sus coches.
Más allá del entretenimiento, Hot Wheels es un fenómeno coleccionista que forma parte de la cultura pop. Los coches divididos por series, el lanzamiento cada año de nuevas -y primeras- ediciones basadas en series de televisión, videojuegos, películas, otros fabricantes y sus aniversarios genera un atractivo irresistible y una galopante revalorización económica. Para muestra, un garaje: una de las colecciones más caras pertenece a Hot Wheels Bruce Pascal y está valorada en más de 1 millón de dólares.
Gracias a Orientaprecios podemos calcular el valor aproximado de estas colecciones, tomando como referencia -por ejemplo- los 220€ que se pagaron en 2020 por la edición limitada del Ferrari 288 GTO Élite. Números que nos indican que ningún vehículo circula más rápido que los recuerdos con los neumáticos del coleccionismo.