17 de dic, 2021 por Adrián Cortés
La Casa de Papel acabó su quinta y última temporada como —tranquilos, no es ningún spoiler— un fenómeno de masas que lidera la cultura pop de la década, dejando como legado —entre más que posibles precuelas y secuelas— un irresistible atractivo coleccionista.
Sin ánimo de elucubrar futuros, desgranar presentes y expiar pasados inciertos de los ladrones contemporáneos más idolatrados de la pequeña pantalla, La Casa de Papel es también la casa del coleccionista: Funkos, figuras de acción, libros, posters, lingotes, la propia serie en DVD y Blue-ray o cajitas de música con el Bella Ciao… abanderan el catálogo de una saga que cuenta con legiones de seguidores de todas las nacionalidades.
La historia de La Casa de Papel es tan trepidante delante como detrás de la pantalla. Ahora, en los albores del éxito mundial, quizás gran parte de sus devotos ignoren que la serie fue cancelada por Atresmedia tras la emisión de las dos primeras temporadas. Ni siquiera Netflix, que ahora le otorga todos los privilegios de su catálogo, apostó fuerte por la obra de Alex Pina y cía desde el inicio.
Enterrados los personajes de manera prematura por la mala audiencia en la televisión privada española, la plataforma compró en 2017 los derechos del robo a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para ampliar su oferta, pero lo relegó a las postrimerías de su extensa videoteca. Sin embargo, para sorpresa de todos, la serie se viralizó en pocos meses en Latinoamérica, convirtiéndose en la producción de habla no inglesa más vista de todos los tiempos.
La virulencia con la que La Casa de Papel resurgió convirtió a todos sus símbolos en iconos mundiales: el mono rojo y la máscara de Dalí inundaron las calles de todos los continentes; e incluso el Bella Ciao recuperó su esencia como banda sonora de la reivindicación y conquista de los derechos sociales con la que nació, a mitad del siglo XX como himno de la resistencia italiana antifascista.
Erigidos en una suerte de Robin Hood del siglo XXI, El Profesor y su banda resucitaron de su abrupto final por urgencia del guion -una mareante oferta de Netflix, abrumada por la fama de sus personajes- y, catapultada por un presupuesto cuasi ilimitado, la trama sumó pirotecnia hollywoodense para asaltar el Banco de España. Acción, suspense, drama, comedia y sexo… un cóctel explosivo para la audiencia.
La Casa de Papel es una serie poliédrica que abarca todas las miradas, que aúna tanto secuencias corales con espectaculares efectos especiales como planos cortos de interpretaciones teatrales sublimes. De esta conjunción de elementos y combinación de géneros, nace la identificación y empatía del público con unos ladrones que encierran muchas vidas en sí mismos y, de ahí, nace el sentimiento coleccionista.
Gracias a Orientaprecios podemos calibrar el atractivo de la superproducción española, de la que destacan tanto los Funkos de sus personajes como la serie completa en Blue-ray o figuras de acción como Madelman y Playmobil con el mono rojo y la máscara de Dalí hasta billetes promocionales de la saga.
Desde camisetas, llaveros y demás merchandising básico a lingotes, juegos de mesa, mecheros, botellines de cerveza o el teléfono rojo de El Profesor conforman el interminable catálogo de una serie que, aupada por una campaña de marketing colosal, ha convertido La Casa de Papel en la galería del todocoleccionista.