Jacques-Benigne Bossuet.
Oeuvres de Messire Jacques-Benigne Bossuet, évêque de Meaux.
Tomo VII.
Lieja, Chez les librairies associés, 1767.
Pergamino de época con tejuelo, cortes tintados, 20 x 13 cm. 763 pag.
El quietismo o molinosismo fue un nombre peyorativo (especialmente en la teología católica) que se le dio a un movimiento místico surgido en el siglo XVII en el seno de la Iglesia católica, especialmente en España, Francia e Italia. Fue propuesto por el sacerdote y místico español Miguel de Molinos en su Guía espiritual que desembaraza el alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz interior, publicada en 1675. Las ideas de Molinos (y las subsiguientes del poeta ciego François Malaval y Madame Guyon) fueron condenadas como heréticas por el Papa Inocencio XI en la bula papal Coelestis Pastor de 1687.
Enseñaba la pasividad en la vida espiritual y mística, ensalzando las virtudes de la vida contemplativa. Sostenía que el estado de perfección únicamente podía alcanzarse a través de la abolición de la voluntad: es más probable que Dios hable al alma individual cuando ésta se encuentra en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar cualquiera de sus facultades, siendo su única función aceptar de un modo pasivo lo que Dios esté dispuesto a conceder. Entre los protestantes, una doctrina similar se encuentra entre los cuáqueros.
Tras un debate teológico, en 1685, y a pesar de su abjuración, Molinos es apresado por la Inquisición, condenado a reclusión perpetua y prohibida su obra por Inocencio XI. Al año siguiente, la mujer de letras Madame Guyon llevó el debate a Francia al difundir una teoría del «amor puro de Dios» que se acercaba bastante al ya condenado quietismo. El teólogo y arzobispo de Cambrai, François Fénelon, se dejó seducir por estas ideas y mantuvo un largo enfrentamiento ideológico al respecto con Jacques-Bénigne Bossuet.
Se consideraba que la herejía «quietista» consistía en elevar erróneamente la «contemplación» por encima de la «meditación», la quietud intelectual por encima de la oración vocal y la pasividad interior por encima de la acción piadosa bajo el pretexto de la oración mística, el crecimiento espiritual y la unión con Dios (en las que, según la acusación, existía la posibilidad de alcanzar un estado sin pecado y la unión con la divinidad cristiana).
La consecuencia del largo debate entre Bossuet y Fénelon, y la derrota de este último, fue una crisis religiosa y el descrédito de la mística cristiana durante el siglo siguiente. Finalmente, el Papa Inocencio XII condenó a Fénelon y a Madame Guyon en 1699 y esta doctrina fue desterrada de la Iglesia.
No debe confundirse con el molinismo, enseñanzas de otro teólogo español, Luis de Molina.
Desde finales del siglo XVII, el «quietismo» ha funcionado (especialmente dentro de la teología católica, aunque también, en cierta medida, dentro de la teología protestante), como un apelativo general para perspectivas que se pueden ser culpadas de caer en errores teológicos similares y, por tanto, heréticos. De este modo, el término ha llegado a aplicarse a creencias muy alejadas del contexto original de la palabra. El término quietismo no se utilizó sino hasta el siglo XVII, por lo que algunos autores han denominado «prequietismo» a la expresión de tales errores antes de esta época.1
Aunque tanto Molinos como otros autores condenados a finales del siglo XVII, así como sus oponentes, hablaron de los quietistas (es decir, aquellos que se dedicaban a la «oración de quietud», expresión utilizada por Teresa de Ávila, Juan de la Cruz y otros), el «quietismo» fue una creación de sus oponentes, una sistematización un tanto artificial realizada a partir de las condenas eclesiásticas y los comentarios sobre ellas. Ningún autor – ni siquiera Molinos, considerado generalmente como el principal representante del pensamiento quietista – defendió todas las posiciones que fueron bautizadas como quietismo en los libros de texto doctrinales católicos posteriores; por ello, al menos un autor ha sugerido que es mejor hablar de una tendencia u orientación quietista, que puede localizarse en formas análogas a lo largo de la historia cristiana.2
La controversia quietista de las décadas de 1670 y 1680
Si bien el quietismo es una corriente espiritual vinculada a tradiciones más antiguas del cristianismo, como el hesicasmo en los siglos XIII y XV, o la devotio moderna en los siglos XV y XVI, el quietismo se asocia particularmente con la obra del sacerdote y teólogo español, Miguel de Molinos (1628-1696), a quien la Enciclopedia Católica se refiere como el «fundador» del quietismo. Esta acepción del quietismo se originó en Italia a finales del siglo XVII. Molinos expuso la doctrina en su Guía filosófica (1675). En su libro, el padre Molinos explica que «cuando el alma consigue unirse estrechamente a Dios, se encuentra en un estado de perfecto reposo (quies en latín se traduce como 'descanso'), y entonces ya no tiene ningún acto que producir, ningún esfuerzo que hacer, ni siquiera resistencia a la tentación: el alma ya no peca, aunque parezca que va contra la ley de Dios.»
La consecuencia de estas tesis sería el desconocimiento de la estructura jerárquica de la Iglesia católica (la contemplación tiene lugar fuera del marco de la Iglesia), el rechazo de cualquier deseo para sí mismo y de cualquier acto (oración, acción de gracias, resistencia a la tentación) y el abandono al pecado: el pecado sin consentimiento no perturba la perfecta unión con Dios. Esta doctrina «acusada de despreciar la autoridad eclesiástica y de propugnar una moral laxa», llevó a que Molinos y las doctrinas del quietismo fueran finalmente condenadas por el Papa Inocencio XI en la bula Coelestis Pastor de 1687. Molinos se vio obligado a retractarse públicamente y terminó su vida bajo arresto domiciliario en el Castillo de Sant'Angelo, donde murió en 1696.
El quietismo en Francia
El quietismo se extendió entre los católicos a través de pequeños grupos en Francia. Aquí también se vio influenciado por el pensamiento de Francisco de Sales, con su énfasis en el amor puro resultante de la práctica espiritual. La representante más destacada fue Madame Guyon, especialmente con su obra Un método breve y fácil de oración, que afirmaba no haber conocido directamente las enseñanzas de Molinos, pero sí haber tenido contacto con François Malaval, un poeta ciego y defensor de Molinos. Su doctrina representa una reacción antiintelectualista y antiactivista similar al pietismo protestante que se desarrolló al mismo tiempo en Holanda y Alemania.
Madame Guyon consiguió un influyente converso en la corte de Luis XIV en la persona de Madame de Maintenon, e influyó durante un tiempo en el círculo de católicos devotos de la corte. También fue consejera espiritual del arzobispo François Fénelon de Cambrai, quien se convirtió en su promotor y defensor. Una comisión de Francia consideró intolerables la mayoría de las obras de Madame Guyon y el gobierno la confinó, primero en un convento y luego en la Bastilla, lo que llevó eventualmente a su exilio a Blois en 1703.
En 1699, tras la animada defensa de Fénelon en una guerra de prensa con Bossuet, el Papa Inocencio XII prohibió la circulación de las Máximas de los Santos de Fénelon, a lo que éste se sometió de inmediato. Los procedimientos de la Inquisición contra los quietistas que quedaban en Italia duraron hasta el siglo XVIII. Jean Pierre de Caussade, jesuita y autor del tratado espiritual Abandono a la Divina Providencia, se vio obligado a retirarse durante dos años (1731-1733) de su cargo de director espiritual de una comunidad de monjas tras ser sospechoso de quietismo (cargo del que fue absuelto).