ACRÍLICO JORGE LLORCA

"Frutas de la tierra". 1994. Acrílico s/cartulina. Medidas papel: 50 x 49. SIN MARCO

Se incluye catálogo de la Casa de Galicia de Madrid.

JORGE LLORCA FREIRE. Ferrol, 1952. De formación rigurosa, cursó la carrera de Bellas Artes en las Escuelas Superiores de San Jorge, en Barcelona, y San Fernando en Madrid. Es profesor de la Escuela de Artes Pablo Picasso de a Coruña, donde reside. Comenzó a exponer en 1973, en una colectiva de grabado en Madrid, y lo ha hecho en otras importantes como la Trienal de Compostela, centenario Caixavigo, en 1980, Mostra Unión Fenosa de A Coruña, etc. Ha conseguido premios numerosos, como el Alvarez Sotomayor, de Ferrol, certamen de O Grove 1982, Rioja de Pintura, en el mismo año, Caja de Ahorros de León, de dibujo Pérez Villaamil. Sus exposiciones individuales constituyeron otros tantos éxitos, destacando la que realizó en la Sala Clérigos de Lugo, en 2001, y la que dos años antes hizo en la Casa de Galicia de Madrid. Pintó murales por encargo oficial en varios centros públicos de Ferrol y Narón y ha ilustrado libros y publicaciones diversas. Está representado en los museos Quiñones de León, de Vigo, y Bello Piñeiro de Ferrol, así como en la colección de la Xunta de Galicia y otras institucionales importantes. Llorca es un dibujante exquisito, de gran formación cultural, que incorpora a su arte el grafismo minucioso que arranca de Holbein o Durero y llega al hiperrealismo, aproximándose a veces a modos vagamente surrealistas que lo emparentan con Jorge Castillo, si bien su acusada personalidad se impone siempre. Pequeños objetos, elementos vegetales, se inscriben en amplios espacios ideales en sus minuciosos bodegones, con una estética que le acerca a técnicas de grabado, procedimiento que cultiva con felicidad, o plasma series en linea, a modo de negativos, sobre fondos neutros, que constituyen como caprichosos retablos. Lo absolutamente común cobra en la pintura de este artista una importancia de primor. Todo está dicho con limpieza exquisita, como si en estos espacios ideales habitara el silencio. Suele combinar el dibujo con uno o dos tonos de color en fondos uniformes, para resultados dignos de la más bella ilustración para un tratado de Linneo.