Estado del lote:
Muy Bueno (nuevo o como nuevo, sin señales de uso)
OMO NUEVO.
En un movimiento inesperado pero acertado durante los primeros años del milenio, el multifacético Steven Wilson iniciaría la banda de Pop/Progresivo, Blackfield a lado del talentoso cantante israelí Aviv Geffen. Un proyecto que combinaría las capacidades de productor como de compositor del conocido británico y las llevaría lejos de su zona de confort. Tras la aceptación de un primer material con atmósferas tenues y ligeras, estructuras concretas, simples, pero bien cimentadas, no pasarían más de tres años para la llegada de un contrastante sucesor.
es un disco que tritura la premisa del disco anterior y se aventura a difuminar esa frontera tangencial existente entre los géneros Pop y Rock Progresivo. El híbrido resultante es envuelto en la sonoridad depresiva característica de Wilson pese a seguir siendo compuesto en su mayor parte por Geffen, la clara separación de trabajos e ideas de cada músico en el disco anterior es prácticamente inexistente. De la misma manera en la que los géneros fueron mezclados en este álbum, las mentes de sus compositores se disolvieron entre sí.
La primera pista de la evolución de la dupla es la duración y estructura de las canciones, abandonado por completo la clásica pero básica estructura de verso-coro-verso-coro-puente-coro, cada composición ha sido arreglada para incluir pasajes instrumentales más extensos así como una creación de atmósferas propias de la escuela neo-progresiva de los 80’s.
El trabajo de Wilson como compositor es mínimo en Blackfield II, contando con únicamente tres piezas bajo su autoría, de las cuales Christenings había sido considerada originalmente para el álbum de Porcupine Tree, Deadwing. Y es que resulta innegable lo fuera de lugar que queda esta pieza con el resto del material, un tanto brillante con altibajos en la voz que muestran claridad y tranquilidad; momentos en los que los synths referencian a la psicodelia y una formación de músicos que refuerza la idea que esta pieza no tendría coherencia con el resto. Pese a esto, o tal vez, debido a esto, considero Christenings como una de las mejores piezas en la discografía de Blackfield.
Por otro lado, Once, la obertura del disco, es un momento perfecto para conocer al nuevo Blackfield. Wilson no tarda en marcar una inclinación al Rock Progresivo más pronunciada al traer más energía y brío a los versos y, en particular, a las transiciones instrumentales, sin embargo, cede espacio en los coros al synth para una creación atmosférica que incrementa y se apodera de la canción poco antes del cierre. Así mismo My Gift of Silence, la tercer y última composición escrita en su totalidad por Steven, es una balada dirigida en su mayor parte por la guitarra y una voz desgarradora que interpreta a la perfección sentimientos de culpabilidad y arrepentimiento. Es esta canción un momento icónico del disco donde conviven las armonías vocales, el trabajo simplista de los instrumentistas, la sencillez y emotividad del Pop, y el virtuosismo de interpretación y creación de colores del progresivo.
Uno de los grandes puntos negativos de Blackfield II es que un gran porcentaje de sus canciones fue “reciclado”, significando que varias composiciones fueron ideadas fuera de la visión del resto del material, creando momentos de dispersión como lo mencionamos previamente con Christenings. Pero a diferencia de esta última, el resto de las piezas foráneas fueron compuestas por Aviv haciendo las diferencias menos evidentes. Where is my Love? es una inclusión un tanto extraña pues en una edición especial del disco de 2004 Blackfield, se podía encontrar un demo de ésta. La duración menor a los tres minutos y su estructura sencilla reflejan que fue un sobrante de la primera colaboración de los músicos que no quisieron desaprovechar, sin embargo, la ornamentación con cuerdas y la mezcla final se sienten perfectas y necesarias para que su inclusión sea natural.
Epidemic y 1,000 people son composiciones de Aviv que salieron a la luz con poco menos de un año de diferencia y aunque sus versiones originales son en hebreo, la traducción de la letra e interpretación son piezas clave en la atmósfera general del disco.
Blackfield II es un disco que trata con la depresión de la manera más feroz posible, la encara valientemente sin embargo los músicos retratan historias donde el protagonista nunca sale victorioso. La soledad y la desesperanza son la compañía principal para la atmósfera depresiva general del disco, sentimientos representados devastadoramente en cada nota tocada por las cuerdas y cuya presencia se extiende a lo largo de las atmósferas cortesía del teclado. Las interpretaciones de Aviv y Steven son cruciales en las desventuras de las melodías, con voces suaves y armonías agradables logran hundir el ánimo del escucha. Contrastante con la idea de hacer música simple que originó Blackfield, este disco acierta en su cometido, un disco no apto para la gente que busca la esperanza.