Tras el exitoso debut de la banda con su anterior trabajo Ilegales (1983), Agotados de esperar el fin supuso la confirmación del éxito para el trío asturiano.[2] El alto nivel de las canciones, compensa de alguna manera una producción muy criticada tanto por los medios como por la propia banda. En la mayor parte del álbum la batería y el bajo se sintetizaron y se agudizó en exceso la voz de Jorge Martínez. El bajista Guillermo Vijande, que se unió a la banda poco después de la publicación del anterior álbum, comentó al respecto "Rápidamente aprendí que no existen los milagros: si no tocas bien, no suena bien, si no produces bien, no suena bien. El estudio no es Lourdes, por lo menos en el rock.