La vida de Cristo, compuesta por un religioso monje de la orden de la Cartuja en versos Castellanos: o coplas de arte mayor a causa que mejor sea leyda y recordada, sin duda, pues, como nos recuerda el silencioso autor, que hasta su nombre oculta, aunque sabemos hoy que del sevillano Juan de Padilla se trata, según la sentencia de Aristóteles naturalmente se deleyta el hombre en el verso y música. En pocas frases nos ha declarado el autor contenido, forma, razón de la elección de la misma y propósito perseguido. Aunque se trate de versos, no faltan las apostillas marginales para autorizar las expresiones del poeta y para utilidad de predicadores. Cada cántico concluye con una oración y por lo general lleva incorporada una pequeña estampa alusiva, entre dos piezas xilográficas verticales. Se repiten algunas de esas estampas, pues el taller no disponía de tacos para representar todas las escenas narradas en verso. La portada presenta cuatro de esas escenas: Cristo crucificado