La edición para el nuevo siglo (y aprovechando el tirón del fallecimiento del autor) de estas soberbias crónicas italianas de finales de los sesenta / primeros setenta. La pasión de Moix por Egipto sólo es comparable con la que demuestra aqui por Italia, una Italia eterna para un Moix eterno pues es pasado (¡y mucho!) pero también presente (el de entonces pero completamente vigente en la actualidad por la agudeza con la que se acerca a lo político y a los acontecimientos sociales, problemática candente siempre, o sea, a todo lo que implica la decadencia de la civilización moderna en sus aspectos de consumismo atroz, devorador de sus propias criaturas) y eleva a su autor a la calidad de humanista contemporáneo, sin los tics del universitario de tesis previsibles y farragosas, antes bien con la intuición y la personalidad del escritor autodidacta, imaginativo, fantasioso y, a la vez, con los píes en la tierra. Prólogo de su inolvidable hermana.