Javier del Prado nació en Toledo y se formó en diversos lugares de Francia, Italia y España. Catedrático de Instituto en Vizcaya (1966) y de la Universidad Complutense (1976), ha desarrollado una amplia labor como profesor, crítico y poeta.
Hemos intentado ofrecer en este volumen algo de la esencia más íntima de nuestro compañero Javier del Prado, sin dejar de lado ninguna de las tres facetas que ha ido desarrollando, en serio o en broma, a lo largo de sus muchos años de estudio y de escritura. La faceta de siempre conocida, la oficial, la del profesor y crítico), la que poco a poco hemos ido descubriendo, en los últimos años, aunque es la más antigua y tal vez la más profunda y auténtica, la del poeta y la que casi nadie conoce y, ni tan siquiera, sospecha, la del profesor comprometido con las tareas políticas y administrativas de su Universidad, a lo largo de toda su vida académica, que jugueteaba con los bolígrafos de colores por las márgenes de los informes y de las convocatorias, mientras participaba, sin perder baza, a los Consejos de Departamento y a las Juntas de Facultad o de Gobierno.
Así, los que lean u hojeen este libro podrán disfrutar o sorprenderse, al menos, de:
Una primera parte en la que están recogidos algunos artículos básicos para comprender la evolución del pensamiento crítico del profesor del Prado Biezma. No son, evidentemente, los más conocidos, por recientes o por recogidos en libros. Casi todos ellos son ya antiguos o han sido publicados en revista de poca difusión o marginalmente académicas. Tenemos, en primer lugar, algunos textos cuya reflexión abarca aspectos no estrictamente literarios, pero que están, a nuestro entender, en la base misma del pensamiento crítico de su autor; un pensamiento crítico impregnado siempre de realismo existencial, que no entiende la literatura y, por consiguiente, la crítica sino como una prolongación misma de la vida (de su vida), en su afán, un tanto extremoso, por llegar al meollo vital de la sensación, del sentimiento y de la idea que cristalizan en texto literario. Sobre este fondo de pensamiento sintiente, se dibuja, en algunos artículos más académicos, la evolución que va a llevar el proyecto crítico del Profesor del Prado Biezma, desde ese intento, muy suyo, de volver a formular el tematismo, apoyándose en un análisis sistemático de los textos (tanto semántico como formal), con el fin de darle un perfil más metodológico (pero también más fiel al acto de lectura) a los análisis que aprendió de J.P. Richard; asistimos así al nacimiento del espacio crítico que, con cierta modestia, el profesor del Prado Biezma calificará de tematismo estructural, hasta la afirmación final de un desengaño, respecto de la semiótica, devoradora del ser, nos dice, postulando la necesidad de volver hacia el mundo de las cosas, porque, como dice en un poema suyo, ¿qué sería del nombre de la rosa sin la rosa? Desde estos textos adivinamos ya que, por debajo de un análisis que le debe mucho a la metodología estructuralista, se agita la bandera de una reivindicación de una ontología (que se apoya en la palabra para decir el ser) frente a una semiótica (que se apoya en la palabra para abolirlo)..
En una segunda parte, como si se tratara de un interludio, ofrecemos algunos resultados plásticos (Javier se niega a llamarlos ‘pinturas’) que son el resultado de sus juegos académicos con los bolígrafos, las plumas y el agua de los vasos que adornan las mesas de las reuniones - manipulados luego con la ayuda del escáner, en el ordenador. Sólo los que se han sentado a su lado en Juntas de Facultad o en comisiones de la Junta de Gobierno han tenido el placer de verlo jugar, mientras argumentaba algún plan de estudios y, en ocasiones, han recibido la recompensa de haberse quedado con algún dibujo o alguna mancha suya. También existen unos pocos agraciados que han recibido alguna felicitación de Navidad adornada con alguno de estos, dice él, graphoemas, aunque el cromatismo que lucen va mucho más allá de lo que esta palabra pudiera designar. Sin que mucha gente lo sepa, aunque los más son guardados celosamente por su autor en carpetas que rara vez enseña, algunos andan perdidos, pero enmarcados, por algunos despachos de nuestra Facultad.
Finalmente, el lector encontrará una selección de poemas. Aquí nuestro trabajo de recogida ha sido mucho más fácil. Queríamos mostrar como la vocación poética de Javier del Prado es muy anterior a la vocación crítica del profesor del Prado Biezma. Las revistas de poesía que aparecen consignadas en las páginas de su curriculo nos han facilitado el trabajo. Ofrecemos poemas escritos antes de los veinte años, con sensibilidad de niño, torpe aún en el manejo de la palabra pero con la misma fiebre sensorial y rítmica que alienta la lógica lírica de sus últimos poemas, por todos conocidos. Publicados en revistas, secretas o famosas, o en libros, a lo largo de más de cincuenta años, estos poemas, de los que sólo conocemos la punta del iceberg, son, al mismo tiempo, la historia de una vida y la historia de un pensamiento, que navegan entre el delirio de una metafísica derrumbada y, a pesar de todo, la esperanza en la posible salvación del hombre, cuando conciencia y realidad, se desposan en la armonía propiciada por la palabra, (Javier del Prado nos corregiría, de soslayo: por la palabra no, por el Verbo), todo ello entreverado, siempre, por los relámpagos brutales o los estremecimientos secretos de la experiencia amorosa.
Estas tres facetas de Javier del Prado nos ofrecen a una persona en su casi totalidad humana (nos faltaría el Javier jardinero). Una totalidad que él se ha complacido muy a menudo en ocultar, al menos hasta los últimos años; mostrando sólo su faceta de profesor serio, severo y metódico. Sirva este libro para abrir la puerta de acceso a una personalidad plural, compleja, fragmentada, caleidoscópica y juguetona, y que encuentra en esa fragmentación el germen mismo de su pensamiento, de su escritura y de su experiencia estética.