Marta Andrich — Alimentos, palabras y poder
Este libro propone una reflexión crítica y bien articulada sobre un territorio donde rara vez se detiene la mirada con suficiente profundidad: la relación entre la alimentación, el lenguaje y las estructuras de poder. Lejos de un enfoque meramente nutricional o gastronómico, Alimentos, palabras y poder se inscribe en una tradición de análisis cultural y político que entiende la comida como un hecho social total, atravesado por discursos, jerarquías, exclusiones y formas de dominación simbólica.
Andrich trabaja con una idea central clara: no solo comemos alimentos, también consumimos relatos, categorías, mandatos y silencios. La autora examina cómo el lenguaje organiza la experiencia alimentaria, cómo nombra —y por lo tanto legitima o invisibiliza— prácticas, cuerpos y saberes. En ese cruce, la comida aparece como un espacio privilegiado para observar el ejercicio del poder: quién decide qué es “comida”, qué es “saludable”, qué es “tradicional”, qué es “exótico” o “peligroso”.
El texto dialoga con la antropología, la sociología, los estudios culturales y el análisis del discurso, pero sin caer en un tono críptico ni exclusivamente académico. Por el contrario, el libro mantiene una prosa clara, sostenida y conceptualmente rigurosa, que permite seguir los argumentos sin sacrificar densidad teórica. La autora articula ejemplos concretos, escenas cotidianas y marcos conceptuales más amplios, logrando que el lector perciba hasta qué punto la alimentación es un campo de disputa simbólica y material.
Uno de los aportes más interesantes del volumen es su atención al modo en que las palabras moldean hábitos, políticas públicas y representaciones sociales. La comida no aparece aquí como un hecho neutro ni natural, sino como una práctica atravesada por intereses económicos, discursos médicos, herencias culturales y relaciones de poder que se reproducen, muchas veces, de manera inadvertida.
Alimentos, palabras y poder resulta especialmente valioso para lectores interesados en estudios culturales, comunicación, antropología de la alimentación, sociología y pensamiento crítico contemporáneo. Es un libro que incomoda en el mejor sentido: obliga a revisar certezas, a sospechar de los discursos naturalizados y a pensar la mesa cotidiana como un espacio político.