Después de quedar embarazada, Carmen huyó. No había lugar en el mundo donde Carmen pudiera esconderse del príncipe de Judar, porque no había piedra que él no estuviera dispuesto a levantar o muro que no estuviera dispuesto a derribar para encontrarla. Nada impediría al príncipe Faruq al Masud reclamar a la madre de su hija. Carmen lo había traicionado e iba a pagar por ello. En su cama, como su esposa hasta que él se cansara de ella. Y aunque Carmen afirmara que estaba enamorada de él y que todo no era más que un malentendido, Faruq no volvería a dejarse engañar por sus mentiras.