En este poemario, Redry se desnuda y comparte las cicatrices que le han dejado los encuentros a lo largo de los años. Algunos monstruos le han abrazado, otros solo le han besado, y en algunos se ha quedado a vivir, arriesgándose a morir de pena cuando le han abandonado. El autor ha cruzado nubes con ellos, ha saltado en conciertos y ha pasado madrugadas de inviernos enteros abrazado a su pecho. Redry tiene sus propios monstruos, pero hay muchos más ahí fuera, acechando, esperando encontrarse contigo en el lugar más inverosímil para dejarte una cicatriz. ¿Conoces a tus monstruos?