En una pequeña isla frente a la costa de un país africano sin nombre, Samuel vive solo, cuidando su jardín, su faro y sus gallinas. Los cuerpos de los refugiados llegan a la orilla con regularidad, pero Samuel siempre los entierra. Un día, encuentra que uno de estos cuerpos todavía respira y lo cuida hasta que recupera la vida. Samuel se ve envuelto en recuerdos de su vida como prisionero político en el continente, una vida que vio a su país explotado bajo el dominio colonial, seguido de un período de revolución y una breve independencia. En presencia de este extraño, comienza a considerar lo que significa poseer la tierra o pertenecer a ella, y lo que cuesta tener y perder un hogar. Una historia atemporal de arrepentimiento, terror y las extraordinarias apuestas de la compañía.