"Caminante no hay camino, se hace camino al andar", así describe Osho este libro sobre el Zen. El libro ofrece mecanismos para interrumpir el tráfico desordenado de la mente, reduciendo la identificación con una realidad impuesta por la sociedad. Dang, dang, doko, dang es el sonido del gong, que simboliza la cualidad poética del Zen, lo que no puede ser expresado. El Zen es la flor suprema de la meditación, y si al final del camino no ha florecido el amor, todo el trayecto habrá sido en vano.