En tiempos de la República durante una corrida de toros celebrada en La Coruña el estoque de Belmonte saltó por los aires y se fue a clavar en el cuello de un espectador que murió en el acto. Al conocerse la noticia el público empezó a batir palmas pidiendo música. Algún tiempo después en Orense fusilaban a un joven inocente que se apellidaba París. Todo esto lo oí contar. Las historias de maquis y guardias civiles vinieron más tarde ésas ya las viví yo en mi infancia. Por lo que se refiere a la barbarie nazi contra los judíos pertenece al mundo de todos nosotros. En cuanto a la belleza de los atletas y gimnastas en el estadio de Grunewald son imágenes que nos ofreció la cámara de Leni Riefenstahl. Para entenderlo todo a mí me faltaba algo. Con este Dios sentado en un sillón azul las cosas cuadran bastante mejor.