Partiendo de la convicción de que el método científico es nuestra forma más rigurosa de conocer la realidad, ¿puede un hombre de ciencia ser una persona espiritual sin hacerse trampas a sí mismo, aunque sean inconscientes? Para contestar es necesario, en primer lugar, comprender qué queremos decir con ciencia y con Dios, además de alcanzar una suficiente visión de conjunto del conocimiento actual sobre el universo, la materia, la vida y el hombre. En este punto ya puede arrancar el debate, en el que el autor se desdobla en dos científicos, uno escéptico y otro espiritual. Homo scissum es, quizá ante todo, un libro de divulgación científica; pero también recurre, cuando es necesario, a la disquisición filosófica; y no rehúye las confesiones autobiográficas cuando éstas facilitan la comprensión Pero, sobre todo, es una invitación a no enrocarse en las posturas extremas del ateísmo científico y la religiosidad que desconfía de la ciencia. Una correcta comprensión de los argumentos de uno y otro lado puede remover nuestras convicciones o, cuando menos, contribuir a un mayor respeto mutuo.