Todos cuantos conocieron a Kafka en su juventud o en su madurez(no mucha puesto que falleció a los 41 años) tuvieron la impresión de que estaba rodeado de una camara de cristal.Síél estaba allídetras del cristal muy transparenteandaba con graciagesticulabahablabasonreía casi como un ángel y su sonrisa era la última flor nacida de una gentileza que se entrgaba pero volvía a retraerse súbitamenteque se expandía y se enceraba celosamente en sí mismo.