A menudo me he preguntado qué opinión podían merecer a las prostitutas las estadísticas y con éstas el sinfín de encuentas los testimonios más o menos sinceros o provocadores las explicaciones licenciosas y los discursos moralizadores que a propósito de su condición se prodigan hoy en día sin modificar aquélla para nada ni alterar en lo más mínimo nuestra inmensa hipocresía.