En 'L'arquitecte i l'emperador d'Aràbia', el emperador de Arabia decide construir un jardín magnífico para que la magnificencia de su reinado sea recordada por siempre. Para llevar a cabo esta obra contrata al mejor arquitecto de su tiempo: Iskandar, y no repara en gastos: compra las materias primas más lujosas y promete una vida de esplendor y riquezas al artista cuando termine su obra. Pero Zoz, un adivino turco, advierte al emperador que no conseguirá sus propósitos: el recordado será Iskandar y el emperador Al-Iksir caerá en el olvido. Para que no se cumpla la profecía, el mandatario planea encerrar al arquitecto al término de su trabajo con la excusa de haber intentado asesinarlo. Dalhabad, el poeta, intentó impedirlo, y finalmente consigue hablar con el artista una vez que su encierro ya es un hecho; así sabrá que a pesar del cautiverio el arte de Iskandar se sigue difundiendo por todo el mundo, y que obras concebidas por él y más grandiosas que la proyectada por el emperador se