Con los ingredientes propios del drama rural, Zacarías Puente acomete el relato de la peripecia humana y los conflictos morales de un cura de pueblo, enfrentado a los peligros de la carne. Apartado del mundo y sin el apoyo moral de su mentor y guía espiritual del seminario, termina resolviendo sus dudas sobre el celibato que le impone la Iglesia, de manera singular, sublimando y dando visos de espiritualidad a la relación con una mujer que tiene fama de santa. En el plano general, como telón de fondo del drama de los amores prohibidos, los personajes populares y sus formas de vida tradicionales ponen el contrapunto de realidad en su contacto diario y directo con la naturaleza. Planteados con agudeza e ironía, los pasajes que pudieran parecer más escabrosos, se resuelven con el misticismo de la santa, junto al altar que el cura ha terminado por tallar, con sus propias manos, en una habitación de la casa.