Ariana Sakis abandonó a su marido, el príncipe heredero Andreas Drakos, al saber que sus sentimientos no eran correspondidos. Se escondió durante diez años convencida de que estaba divorciada y decidida a que la pasión no volviera a tornarla vulnerable. Hasta que el propio Andreas apareció el día de su segundo matrimonio y le informó de que aún estaban casados. Furioso por su traición, Andreas no permitiría que Ariana escapara de nuevo. Se vengaría sentándola en su trono y metiéndola en su cama. Sin embargo, el apasionado reencuentro estaba a punto de desarmar al sombrío Andreas, quien percibió que el deseo era aún más absorbente que el deber.