La venganza eligió a los animales sagrados como ejecutores. El alma errante del gran jefe Shawonabe, a quien los colonizadores negaron sus ritos funerarios, seguirá vagando por las praderas, sembrando el pánico y la desolación, hasta que los espíritus le concedan el descanso. Nunca la antropología y la historia habían sido tan eficazmente utilizadas para crear una novela de miedo sobrecogedor, de terror agobiante.\n