En agosto de 1936, Aïta encuentra la casa vacía al llegar a Irún. Su familia ha huido del avance franquista. Con la ayuda de una vecina, los encuentra refugiados en Hendaya, en casa de unos amigos. Juntos, afrontan el exilio y la nostalgia, trabajando arduamente para sobrevivir. En 1939, huyen nuevamente a una granja en las Landas, escapando de la guerra y las actividades clandestinas de sus tíos. Ama, la madre, escribe un diario donde plasma recuerdos, emociones y secretos, dando una intensidad especial a esta historia de exilio y supervivencia familiar.