En un tiempo de transición, cuando el hombre trajo el clangor del hierro y el hedor del humo a las tierras que antes resonaban con voces inhumanas, aún quedaba un último lugar intacto: el pequeño bosque de Ealdwood, que mantenía la magia intacta y protegía las viejas costumbres. Allí, Arafel la Sidhe, sentía más orgullo y amor por el mundo como solía ser que cualquier otro ser de su especie. Pero el miedo al mundo de Faery caló hondo en los corazones de los hombres, y cuando Ciaran Cuilean, Lord de Caer Wiell, un hombre con sangre élfica en sus venas, se vio objeto de creciente desconfianza y sospecha por parte de sus hombres, su rey e incluso su propia familia, supo que debía volver a dejar de lado su humanidad y regresar a Ealdwood. Sombras de un mal recién despertado pululaban por ambas tierras, y a menos que Ciaran reclamara sus armas encantadas del Árbol de las Espadas y se uniera a Arafel, vería este mal apoderarse no solo de los cálidos hogares de las fortalezas mortales, sino t