En otoño de 2010, la ciudad de Olot se conmocionó al conocer la detención de Joan Vila Dilmé, un cuidador que había causado la muerte de once ancianos en la residencia geriátrica La Caritat. A través de la reconstrucción de los hechos y de un cuidadoso retrato del asesino, el autor se acerca a su propia visión de la vejez, del concepto de vida digna y de la triste banalidad que a menudo acompaña a los crímenes más abyectos. Toni Soler tiene el gran don de la eficacia narrativa. Es sustantivo, y en pocas líneas sabe mostrar el alma de todos los personajes que se cruzan en esta historia, también la suya, ligada a la Garrotxa, "el lugar -afirma- donde más fácilmente conecto con la idea del paso del tiempo". Con la precisión que sólo tienen los que dominan la herramienta narrativa sin trampas, Toni Soler ha construido un relato muy personal que va mucho más allá de la crónica negra.