En esta autobiografía, Richard Eyre revela sus puntos de vista sobre la actuación, la dirección y la política, y ofrece retratos de amigos y colegas, como Ian Charleson, Laurence Olivier, Ian McKellen y Peter Brook. También recrea su infancia en Dorset, donde un abuelo asaltaba a los automovilistas con un látigo y los padres imponían una tiranía de diversión.