En la primavera de 2003, los pueblos de Longida y Artzibar están siendo desalojados para llenar el embalse de Itoiz. Junto con los vivos, también hay que sacar a los muertos de los cementerios. Maite Andueza, antropóloga forense, está en ello, con la ayuda de Oscar Iriarte, un inmigrante argentino, recuperando los restos de los que fueron lugareños antes de que las aguas los traguen para siempre. La segunda novela de Iñigo Aranbarri tiene como narrador a Imanol Arellano, un periodista al que le gusta recoger historias manchadas de belleza antes de que el vertedero de la Historia las trague. Inmerso en una investigación contra el tiempo, la necesidad de escribir lo que ha sabido le preocupa, porque si lo que está escondido bajo tierra no sale a la superficie, los relatos del reportaje se volverán indemostrables bajo el agua. Impulsados por la historia reciente, los personajes se mueven entre el olvido y las tareas pendientes, mientras la vida cotidiana los lleva de un lado a otro, con