27 de ago, 2018 por Ignacio del Valle
Andy Warhol y su ojo mecánico, un retrato del héroe de la cultura pop. Coleccionismo de arte, historia e inversión al alcance de todos.
Andrew Warhola (1928-1987), más conocido como Andy Warhol, fue huérfano de padre, enfermizo y sensible. Un complejo panorama para un muchacho de familia humilde nacido en Pittsburg. Aspiró a ser tan famoso como la reina de Inglaterra y lo consiguió a base de talento, trabajo y disrupción.
Su genialidad artística le llevó al éxito en la Nueva York de Desayuno en Tiffany's, primero como ilustrador publicitario y más adelante como máximo exponente y fundador del movimiento de arte pop americano junto a Wesselman, Rosenquist, Oldenburg y Liechtenstein.
Desde su ubicación inicial en el village The Factory congregó la mayor amalgama de personajes creativos. Fiestas y performances con el más variopinto repertorio de beautiful people: músicos, cineastas, escritores, periodistas, trotamundos, galeristas, artistas plásticos y coleccionistas de arte moderno.
La síntesis más diversa de la intelectualidad alrededor de una impostada superficialidad. Andy Warhol, con su obsesión por el detalle, capta y retrata como nadie la personalidad norteamericana y la sociedad de consumo occidental.
Andy Warhol dignifica los objetos cotidianos. Entronca con cierta ironía asuntos aparentemente triviales pero cargados de un potente simbolismo. La serie de latas Campbell, su cena preferida, o las cajas de estropajos Brillo son un ejemplo de ello.
En sus obras observamos la presencia inevitable de los populares refrescos de soda. Warhol recrea la democracia del supermercado. Una Coca-Cola la consume con la misma sed desde un magnate de petróleo a un inmigrante latino y ambos ven sus anuncios por televisión. La cultura de masas es su elemento preferido.
En la cima de sus propuestas experimentales y su ojo mecánico, Andy Warhol experimenta con la fotografía, las polaroids, las repeticiones seriadas de litografías y los retratos. A partir de imágenes como la foto de Liz Taylor o de Marilyn Monroe e incluso del ratón Mickey Mouse con leves trazos y efectos solarizados que distorsionan y alteran los colores vivos.
Tras los balazos por celos creativos, en el triste atentado perpetrado por Valerie Solanas en 1968, Andy Warhol se vuelve más introspectivo, todavía, cuando ya ha conseguido ser uno de los artistas más influyentes de su generación y época.
Para los agitadores culturales, la exposición en la madrileña Galería Vijande de “Cruces pistolas y cuchillos” en la que se cobraba una entrada de 100 pesetas, aproximadamente el precio de un paquete de tabaco de Fortuna, supuso el apadrinamiento de la movida madrileña en febrero de 1983.
Unas jornadas frenéticas en el Madrid con visita de 15 minutos de gloria para el Museo del Prado. Fiestas y recepciones con personajes tan dispares como Pitita Ridruejo, Pedro Almodóvar, Fabio Mcnamara y Alaska. Pedro J. Ramírez y estrellas del papel cuché como Isabel Preysler o Ana Obregón.
El arte pop se está revalorizando. El interés por Andy Warhol en España se ha reivindicado con la última exposición El arte mecánico, organizada por el Museo Picasso Málaga en colaboración con la Obra Social “La Caixa”. Una muestra visitada por más de 200.000 personas en Barcelona y Madrid.
Compuesta de pinturas, esculturas, dibujos, serigrafías, montajes audiovisuales, carteles, revistas y objetos que inspiraban a este genial creador.
Su obsesión por los trabajos seriados y la popularización del arte hacen posible localizar parte de su legado en todocoleccion. Más de 700 lotes relacionados con Andy Warhol, un artista siempre en la memoria.