5 de feb, 2020 por Ignacio del Valle
Son útiles para salvaguardar las pertenencias más valiosas: joyas, dinero, documentación importante... Las cajas fuertes sirven hasta para poner a buen seguro tu colección.
En el siglo de las luces, Alejandro Fichet, experto en cerrojos y cerraduras, inventa un artefacto, un mecanismo que protege del agua, del fuego y de los golfos apandadores: las cajas fuertes. Esta costumbre de atesorar en un cofre seguro las posesiones está documentada desde hace más de 2.700 años.
Al tirano Cípselo de Corinto le levantaron un arca mítica montada en madera de oloroso cedro y decoración crisoelefantina, que es como los expertos y plumillas pedantes denominan a los adornos en oro y marfil. Por cierto, de la lujosa caja de Cípselo nunca más se supo.
Las soldadas de los legionarios romanos (cuando llegaban) se custodiaban en cajas fuertes de hierro candadas. En las domus pudientes un esclavo se encargaba de vigilar el peculio: “el arcarius”. En la Edad Media los herreros a martillazo en yunque pillaron el gusto a reforzar cofres de madera robusta con un corsé a medida de tiras de hierro. El trasiego de oro, joyas y riquezas valiosas siempre se ha realizado en contenedores de aspecto avasallador.
Con el fin de prevenir los robos, las cajas fuertes se sofistican con el desarrollo de las técnicas de fundición en el siglo XVIII. La carrera por la seguridad se disputa entre la tecnología y los primeros virtuosos del arte del destripamiento y la ganzúa. En 1826 Jesse Delano patenta la “caja a prueba de fuego”. Y en 1835 Charles y Jeremiah Chubb alternan la producción de cerraduras con cajas antirrobo.
Avances como la combinación mecánica de disco del alemán Joseph Loch han grabado en nuestra memoria, sino la clave de acceso, la imagen del ladrón camuflado de negro y linterna poniendo la oreja o el estetoscopio para forzar la caja fuerte. Las cajas acorazadas, tal y como la entendemos ahora, son patente de un inventor afroamericano, Henry Brown, que en 1886 construye su armario forrado de metal con cerradura antirrobo.
Las cajas fuertes de coleccionista transmiten una rotundidad y pesadez que se realza con elaboradas fundiciones de bisagras y apliques decorativos que, unidos a un color serio, aportan la sensación de inviolabilidad. Como tanto mobiliario enraizado en el siglo XIX, su diseño es muy valorado por profesionales de la decoración que las reciclan en armarios, botelleros y piezas de toque para entornos sofisticados y de corriente steampunk.
En todocoleccion dispones de cerca de 500 buscadísimos lotes de cajas fuertes y cajas acorazadas, huchas y cajas de caudales hasta de juguete. La labor divulgadora de Las Cajas de Ahorros se han encargado durante generaciones de sensibilizar a los futuros clientes, en los beneficios de la cultura y quiebra financiera. Una combinación letal.
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