10 de oct, 2022 por Ignacio del Valle
La historia de Peter Carl Fabergé causa fascinación por el legado de lujo, sofisticación y leyendas generadas alrededor de uno de los objetos más deseados y divulgados.
Peter Carl Fabergé o Karl Gustavovich Fabergé (San Petersburgo 1846 - Lausana 1920) fue un gran artesano de fama universal gracias al vínculo con los zares que le valió el título de Joyero de Su Majestad Imperial y Joyero del Hermitage Imperial. Descendiente de una familia alemana con antepasados franceses dedicados a la joyería, una vez establecidos en San Petersburgo complementa su formación en Dresde y Frankfurt para regresar a Rusia donde toma contacto con la restauración en el Museo Hermitage, donde se familiariza con piezas clásicas, formas barrocas, bizantinas y rusas.
El ya citado Peter Carl Fabergé se incorpora al negocio familiar en 1870 para hacer historia. Es en 1882, durante la Exposición Industrial y de Arte de toda Rusia en Moscú, cuando sus creaciones fascinan al Zar Alejandro III y a su esposa María Feodorovna. Su trabajo también fue reconocido con la Orden de San Estanislao III, la cruz de Santa Ana III, la Legión de Honor y el título de Maestro del Gremio de Joyeros de París en el año 1900 en plena eclosión del art decó.
Carl Fabergé escala la empresa familiar de 30 a casi 600 trabajadores. Sus joyerías en San Petersburgo, Moscú, Londres y Kiev eclipsan a una clientela amante del lujo, si bien pasa a la posteridad por sus famosos huevos de pascua, la firma Fabergé elabora desde pitilleras a marcos de fotografías y objetos de uso cotidiano. Con la llegada de la revolución de 1917 la empresa fue nacionalizada y en 1918 el joyero huyó de la Rusia bolchevique.
La celebración de la Pascua, mayor fiesta del calendario ortodoxo, tiene muy arraigada la tradición de colorear huevos y, tras su bendición en la Iglesia, regalarlos a familiares y amigos. Entre las clases más pudientes los huevos se adornaban con joyas. En el caso del Zar Alejandro III encargó a la casa Fabergé un nuevo huevo de Pascua muy especial en 1885. Un huevo blanco que se abría y dejaba ver una yema de oro dentro de ella, una gallina de oro acompañada de miniaturas de joyas de la familia imperial. Un regalo que encandiló a la Emperatriz. A partir de entonces Fabergé ideó una nueva creación cada año.
Este lujoso antecedente de los huevos Kinder, exigía que un equipo de artesanos trabajara durante un año en cada nueva creación con absoluta confidencialidad. La costumbre fue continuada por Nicolás II que obsequiaba con un huevo Fabergé a su madre, la emperatriz viuda María Fiódorovna y a su esposa Alexandra.
Las creaciones Fabergé desde 1885 y 1917 suman 69 huevos Fabergé según los expertos, de las cuales 52 unidades fueron encargadas por la familia imperial. 10 de estas fascinantes creaciones se pueden admirar en la Armería del Kremlin y 9 en el Museo Fabergé de San Petersburgo, el resto figuran en colecciones particulares. La recién difunta Isabel II poseía 3 huevos Fabergé originales. El multimillonario Malcolm Forbes (1919-1990), editor de la conocida revista, invirtió en la adquisición de 9 huevos y otros 180 objetos Fabergé que fueron a parar a la colección del magnate Viktor Vekselberg, quien en un documental de la BBC del año 2013 declaró haber destinado más de 100 millones de dólares para adquirir la colección de Forbes y añadir a los más de 4.000 artículos Fabergé de su colección privada.
La fascinación por estas joyas sigue siendo muy populares a día de hoy y, a falta de calderilla para regalarte u obsequiar un Fabergé original, bien te puedes consolar con una de las muchas réplicas y reproducciones de su estilo que en varias calidades puedes adquirir en todocoleccion, donde viven los recuerdos más lujosos.