13 de dic, 2019 por Ignacio del Valle
Petardos que dejaban mancos, navajas, carabinas de perdigones, juguetes sexistas y racistas, pero sobre todo peligrosos. Repasamos el catálogo de todocoleccion con regalos para niños y niñas de otros tiempos.
¿Cómo hemos sobrevivido a la infancia? La seguridad y la calidad son imprescindibles a la hora de elegir un juguete. Hoy las certificaciones de la FDA y visado CE más una rigurosa normativa de recomendaciones de uso y edad garantizan la seguridad de los más pequeños en un ambiente de demografía invernal. Por contra, los baby boomers de familia numerosa sobrevivieron a los más extraños artefactos que, bajo la apariencia de entretenimiento, eran mortales de necesidad.
Con pantalones cortos. Lo más natural era echar un piti en los lavabos del recreo. Ellos se juntan con este prodigio de Pipo. Ver a un niño fumando en una boda era tan natural como la nicotina misma. Si a este mozalbete le añade una copla de Sara Montiel tenemos el regalo de reyes, del cáncer de pulmón, perfecto.
Una tira de cartón impregnada con fósforo fulminante. Se cortaba con el cortaplumas, raspaba contra una superficie rugosa y a molestar al vecindario. Estos mixtos de tamaño XXL en manos de los atrevidos adecuados también servían para maquillarse fosforescente tras aplicar un tóxico lametón. ¿Quien sería el primer niño al que se le ocurrió lamer fósforo? Puede que siga reluciendo verde radiactivo en la oscuridad de su alcoba.
Seguimos con la química, sin llegar a la peligrosidad norteamericana del afamado Kit Gilbert Kaster de los años 60. El Quimicefa incluía azufre, tubos de ensayo, hornilla humeante que previa receta de radio macuto con carbón vegetal y nitrato de potasio, entre otras alquimias, ponía las manos en polvorosa. Los juegos de química han sido muy pródigos en accidentes, salpicaduras corrosivas y visitas a la Casa de Socorro. En su descargo hacemos constar que el Quimicefa de entonces, no incluía uranio.
Al igual que los chavalines hoy piden móviles y consolas con la insistencia de un fraile de orden mendicante, la posesión de un cortaplumas, con la excusa de afilar la lapicera, dieron tardes y cortes de gloria en los descampados y parques de tu pueblo o ciudad. El cortaplumas discreto y femenino, o la navajilla de llavero, ahora es motivo de requisa en cualquier control de seguridad. Aprovechamos para recordarte que cuando la hoja de una navaja supera los 11 centímetros es considerada arma blanca.
La mítica firma Sancheski ha sido nuestra empresa pionera al borde de la cicatriz. Esquís, patinetes, equipamiento de fútbol, gimnasia y rugby. Antes de ser famosa por introducir los monopatines en los años setenta, los patines de ruedas metálicas Sancheski campeaban por las aceras de hormigón. Correas de cuero, bolsa de cuadros y la llave para apretar y despertar las tuercas y adaptar a la medida de la patinadora o su hermano mayor. Un prodigio de economía circular y juguetes reutilizables. Tobillos torcidos, moratones, rodillas en carne viva y mellas en la sonrisa. El casco infantil todavía no se había considerado, así quedamos.
Lo que el viento se llevó no fueron los prejuicios. En la era de los ofendidos y la corrección política, los roles de género y el racismo van servidos con esta preciosa muñeca mucama de otros tiempos y sociedades.
Los juguetes bélicos, tanques, pistolas de vaqueros, arcos de flecha y dianas de dardos afilados para facer tuertos, los tirachinas también se acoplan a esta larga lista de juguetes mal vistos hoy. Por ejemplo las simulaciones de armas de fuego o carabinas de perdigones para cazar pájaros. Hoy son otros tiempos. El futuro dirá quién estaba equivocado o no. Lo que es indudable es el cariño puesto en cada regalo. Sería injusto privarnos de los recuerdos de la infancia, la patria de todos los coleccionistas.