18 de jun, 2020 por Ignacio del Valle
Las figuras de Lladró tienden a ser consideradas antigüedades, aunque las primeras creaciones se remontan a los años 50. Un coleccionismo vintage que desprende un brillo tan magnético como internacional.
Lladró es tradición y pasión artesana. Los hermanos Juan, José y Vicente Lladró Dolz comienzan en 1953 el sueño de unos niños de la postguerra. Desde la Escuela de Artes y Oficios y la fábrica de azulejos en Almàssera a un horno casero en el patio de su casa. Todo comienza con la reputación de unos ceramistas inspirados en Meissen, Sèvres o Capodimonte. El estilo Lladró viajó desde lo kitsch al arte de vitrina; desde la quinta esencia del buen gusto de la clase media española a los mansiones de todo el mundo, como símbolo de la intrepidez artística.
Las figuras de Lladró se caracterizan por un brillo especial debido a la monococción. Son esculturas que, desde el barro y la humedad de la pasta de escayola a la porcelana, atraviesan un proceso de diseño, modelado, coloreado manual y horneado, este último en una sola tanda, característica que dota de uniformidad a su brillo seductor. De figuras sencillas, la marca Lladró ha evolucionado en una complejidad inusual.
La firma Lladró es muy afamada alrededor de todo el mundo contando con especialistas en Estados Unidos, México y mercados orientales. Las series de los años 60, 70 y 80 son muy valoradas, pero desde luego las últimas creaciones de la firma valenciana como la “Reina del Nilo”, con sus más de 300 delicadas piezas, están sólo al alcance de un centenar de multimillonarios.
La marca Lladró cuenta con su Club de coleccionistas desde 1985. Y un año después penetra en el muy reluciente mercado asiático de Japón y China. Una expansión que llevó a Lladró a inaugurar su propia Tienda- Museo en la Quinta Avenida en la Manhattan de Nueva York. La serie de El Quijote, libro muy valorado en Rusia, protagonizó una exposición en el Museo del Hermitage en San Petersburgo en 1991. Un ascenso en fama y fábrica de más de 1.000 empleados artesanos.
Lladró ha explorado límites creativos y empresariales para alcanzar el olimpo de las marcas de lujo, tras algún desportille accionarial y docudrama familiar con la anécdota de Michael Jackson, gran coleccionista de Lladró, de visita a Tavernes Blanques para conocer el misterio de la piel de porcelana dando pasos de moonlight.
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