9 de ago, 2021 por Silvia Gutiérrez
Los marcapáginas son de gran utilidad para señalar en qué punto hemos dejado nuestra lectura. Gracias a sus diseños creativos, de temáticas variadas, además de que ocupan poco espacio y son asequibles, son ideales en la colección de todo buen lector.
Seas o no coleccionista, para un lector asiduo es fácil encontrar a mano algún marcapáginas, ya sea como fruto de regalos, compras, publicidad o por cortesía de tu librero de referencia.
Lo de usarlos es otro tema, pues hay quien prefiere "el delito" de doblar la punta de la hoja, una costumbre a la que los ingleses llaman dog ear (oreja de perro). O bien dejar un papelito como punto de lectura, cualquier opción es buena siempre que no estropee el libro... También hay ediciones cuyas cubiertas sirven para este cometido. Sin embargo, nada tan cómodo como un punto de libro. Y si eres coleccionista, el más feo a poder ser, por lo que pudiera pasar con su pérdida o posible daño material.
¿Usarían algún tipo de señal en los rollos de papiro egipcio? Los primeros señaladores de los que tenemos conocimiento aparecen entre los siglos XIII y XV. Para ello se utilizaban las vitelas que sobraban de las cubiertas de los libros o una tira de cuero, como es el caso de la Historia Escolástica de Peter Comester.
En cuanto al primer marcapáginas documentado históricamente, fabricado en seda y con una borla dorada en el extremo, formaba parte de una Biblia que Christopher Baker, el editor oficial de la Biblia en Inglaterra, le regaló a la reina Isabel en 1584.
El auge de los marcapáginas se produjo entre los siglos XVIII y XIX. Las ediciones más prestigiosas incluían en sus libros una tira de seda que sobresalía por debajo de las páginas y que servía para indicar donde habías dejado la lectura. Mientras que desde el punto de vista coleccionista, los marcapáginas tomaron fuerza a partir de 1850 cuando se separaron de los libros y se empezaron a difundir de manera independiente, como objeto en sí mismo.
La aparición de la cromolitografía propició el desarrollo de los marcapáginas de papel. Además de ser un recurrido regalo para lectores, pronto las empresas vieron forma de sacarle provecho y anunciar sus marcas y productos en este formato. Incluso en las guerras mundiales sirvieron para difundir mensajes patrióticos.
"Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro", esta frase de Emily Dickinson también la podemos aplicar a ciertos marcapáginas. Me refiero a aquellos que nos hacen recordar las ciudades o los países que hemos visitado. En los viajes hay quien se trae de recuerdo una bola de nieve o un imán y quienes traemos un punto de lectura. Lo mejor es que nunca van a provocar un exceso de equipaje.
En la actualidad, además de los marcapáginas publicitarios de las editoriales, las novedades literarias, ferias del libro o eventos varios, hay otros muy elaborados y creativos que hacen las veces de pequeñas obras de arte. Y es que hay artistas e ilustradores cuyos diseños que destacan por sí mismos y aumentan el valor de estos señaladores:
Una buena colección se disfruta doblemente cuando además de la recopilación pasamos a una fase de clasificación y exposición. Tener una colección a la vista o poder enseñarla siempre es un plus. De manera que puedes guardar cómodamente los marcapáginas en una caja, hay muchas adecuadas y vistosas para ello, pero te recomiendo hacerlo en un archivador, pues es mucho más cómodo a la hora de clasificarlos. Hay unas fundas transparentes de plástico, cuyas hojas están divididas en 4 filas, y son ideales para una colección de este tipo, siempre y cuando los marcapáginas no sean en 3D... que también los hay, de las formas más creativas y variopintas.
Y es que en todocoleccion contamos con marcapáginas de todo tipo: antiguos, publicitarios, ilustrativos, con imágenes de destinos turísticos o con diseños creativos, como merchandising de series o películas, de personajes históricos, con frases célebres... en nuestro catálogo tienes más de 68.000 marcapáginas en su propia sección. ¡Encuentra con el que marcar tu próxima lectura!