13 de dic, 2021 por Ignacio del Valle
Sargadelos nos ha provisto de los más bellos diseños en vajillas y menaje. Recordamos la trayectoria y sueño del muy ilustrado Antonio Raimundo Ibáñez (1749-1809), desde Lugo y con ecos de la primera revolución industrial.
En una aldea de la provincia de Lugo, en el municipio de Cervo, parroquia de Santiago de Sargadelos, el muy ilustrado Antonio Raimundo Ibáñez inaugura en 1794 una fundición de hierro que llegó a proveer al ejército español y de cuyas edificaciones quedan restos. Pero es la fábrica de loza, la piedra de toque de su visión de moderno conglomerado industrial. Desde 1806 las porcelanas de Sargadelos protagonizan un éxito más en la primera industrialización de Galicia.
Antonio Raimundo Ibáñez fue un empresario inquieto promotor de la “Real Compañía Marítima” en 1788. Su amistad con Godoy, ministro de Carlos IV, propició suculentos contratos para sus altos hornos. Municiones y armas, tuberías, cadenas… de todo su legado en un siglo convulso es la fábrica de loza de Sargadelos la que ha pasado a la posteridad.
En Sargadelos coincidían la proximidad de materias primas imprescindibles, desde el carbón para alimentar los hornos, energía hidráulica y las finas arcillas de caolín, “galicia calidade” tan apropiadas para la cocción de lozas. Añada la influencia atlántica en la que las fábricas de Bristol vestían las mesas de la incipiente burguesía que demandaba nuevos lujos y comodidades. Sargadelos a lo largo de 5 brillantes etapas, que llegan hasta la actualidad, nos ha proporcionado un legado coleccionista con más de 4.600 lotes en todocoleccion.
En la primera etapa de Sargadelos (1809-1832) es Jose Ibáñez hijo quien se hace cargo de la fábrica junto a familiares de confianza. Instalan tres hornos de producción y 25 toronos con capacidad para producir 20.000 piezas al año. Los platos de color blanco y el esmalte ligeramente azulado. Placas floreros, jarros de corte neoclásico y la “inspiración” en los modelos de Bristol.
La asociación de José Ibañez con Antonio Tapia cierra la segunda etapa de Sargadelos (1835-1842). Incorporan el talento creativo de M. Richard francés paseado por Italia que apuesta por las primeras estampaciones y piezas con varios colores. Candelabros, vajillas y figuras populares con asuntos religiosos y mitológicos.
De 1845 a 1862 la familia Ibáñez arrenda Sargadelos a Luis de la Riva y cía inaugurando la tercera etapa de la firma. Un periodo optimista del primer Sargadelos en el que se alcanza un alto nivel en vajillas y figuras bajo la supervisión de Edwin Forester, que calca la loza china opaca o semi china. Gran calidad de fábrica y decoración con estampados y flores en tonos sepia o castaño, pintados a mano en color verde, azul, amarillo y rosa. Forester introduce las estampaciones a un solo color, principalmente el negro. A la tercera etapa de Sargadelos corresponden los “Mambrús”, jarros a semejanza de un hombre sentado, siguiendo la moda inglesa.
Durante la cuarta etapa de Sargadelos (1870-1875), la saga Ibáñez retoma el control y se asocia con Atocha y Morodo en 1873. Se innovan poco y se prescinde de los empleados cualificados, se reduce el nivel de calidad, añada pleitos familiares y la quiebra está servida en bandeja rota.
En 1972 las antiguas Fábricas de Sargadelos fueron declaradas Conjunto Histórico-Artístico en un sorprendente arrebato de arqueología industrial. Pero el mejor indicio de la recuperación de este sello fue la iniciativa Isaac Díaz Pardo, que desde 1949 recupera la tradición con su taller Cerámica de Castro donde experimenta con las arcillas de Lugo y los diseños de artistas gallegos. En 1968 se revive la marca Sargadelos con el espíritu de la ilustración gallega. Hoy se reconoce a Isaac Díaz Pardo y los diseños de Luis Seoane más el esfuerzo de cientos de trabajadores para recuperar una forma de entender la artesanía industrial.
Disfruta a colección puesta de más de 4.600 lotes correspondientes a todas las épocas de Sargadelos. Desde antigüedades a diseños vintage y contemporáneos de platos, fuentes, vajillas completas, candelabros, amuletos y también de una extensa bibliografía, exclusivamente en todocoleccion, donde viven los recuerdos.