Catálogos de juguetes antiguos

Los catálogos de juguetes no son solo folletos publicitarios: son guías documentales de la sociedad y el origen de miles de sueños. A través de ellos, generaciones enteras han señalado sus obsequios favoritos y escrito cartas interminables a los Reyes Magos. Ya adultos, muchos coleccionistas han buscado recuperar esos caprichos que jamás llegaron en su día, aunque se portaran bien. Para muchos niños y niñas, el primer contacto con un catálogo de juguetes era casi un ritual navideño. Llegaba a casa por arte de magia y durante semanas se convertía en el libro más consultado del hogar. Las páginas se llenaban de círculos, marcas y flechas junto a los juguetes soñados, mientras la imaginación hacía el resto. ¿Quién no recuerda repasar una y otra vez las fotos de aquel CineExin, el Exin Castillos, el Tente, el TeleSketch o el Scalextric? O descubrir las novedades de Playmobil (antes Famobil), de Madelman, los Masters del Universo o muñecas Nancy, Chabel, Barbie, Barriguitas...

 

 

Pero los catálogos no eran solo para niños. Detrás de cada uno había una batalla comercial sin cuartel, librada por los grandes almacenes, hipermercados y jugueterías por ofrecer el mejor precio y las ofertas más irresistibles: El Corte Inglés, Pryca, Continente, Juguettos, Toys 'R' Us… Cada uno con su propio estilo, diseño y selección de productos, peleando por conquistar el corazón (y la carta a los Reyes Magos) de millones de pequeños clientes y compitiendo con las jugueterías locales.

 

 

El arte de pedir: las cartas a los Reyes Magos

Aquellas cartas solían empezar siempre igual: Queridos Reyes Magos, soy Fulanito de tal y este año me he portado muy bien. Era el momento de reivindicar todas las tareas hechas, los deberes en casa y en el cole y la promesa de mejorar. Durante las vacaciones navideñas, la amenaza de recibir carbón, aunque fuera dulce, y la posibilidad de quedarse sin regalos funcionaban como el mejor incentivo para andar firmes como rulo de estatua.

 

 

Los catálogos, así, no solo mostraban juguetes: invitaban a soñar a lo grande y, de paso, ayudaban a los padres y madres a sugerir qué regalos podían ser los más acertados (y asequibles). Al final, la carta acababa llena de tachones, flechas y algún que otro este sí, este no, pero la magia estaba en la posibilidad de pedir sin límite, aunque la logística navideña pusiera el grito en el cielo. Porque, como bien sabían los almacenes, en la ilusión de la infancia no hay recortes… y si hay que tumbar a la caravana de camellos de Baltasar o atascar el trineo de Santa Claus, que sea por una buena causa.

Catálogos de juguetes: tipos, historia y el arte de soñar despierto

Los catálogos de juguetes antiguos son verdaderas máquinas del tiempo. Más que simples folletos, son testigos privilegiados de la evolución del juego, reflejos de la sociedad de su época y, para el coleccionista, la guía definitiva para rastrear versiones y variantes de esos juguetes míticos que marcaron nuestra infancia. Su valor es incuestionable: solo en todocoleccion se han vendido más de 20.000 ejemplares, prueba del auge de un coleccionismo que atesora estos testigos de papel no solo por nostalgia, sino por su inigualable valor documental.

 

 

Dentro de este fascinante mundo, podemos distinguir varios tipos de catálogos:

• Para el público infantil: Los más icónicos y buscados. Un estallido de color y fantasía, muestran los juguetes “en acción”, con sus precios y promociones. Son la herramienta perfecta para seguir la evolución de sagas como Lego, Star Wars, Playmobil o Scalextric, y para descubrir aquellos modelos ya descatalogados.
• Para distribuidores y ferias: Piezas menos comunes y muy codiciadas por historiadores especializados como Juan Hermida. Su valor reside en los detalles técnicos, los precios de mayorista y las novedades por temporada, aportando información clave para reconstruir la historia interna de marcas como Payá, Rico, Famosa, Exin, Mattel...
• Documentación complementaria: Facturas, inventarios, tarifas y correspondencia. Un ámbito para la investigación e identificar series raras y trazar con precisión la genealogía completa de una colección.

 

 

Además, estos catálogos funcionan como una cápsula del tiempo cultural. En sus páginas quedaron registrados los hitos lúdicos de cada generación: desde juguetes de hojalata de Payá al plástico de los Madelman, las franquicias de Nacoral, los Exin Castillos y el Scalextric de los 70; pasando por los Masters del Universo y las Game & Watch de los 80; hasta los Power Rangers, los Micro Machines y el boom de las consolas en los 90, o Bratz y videojuegos de los 2000.

 

 

Por todo ello, un catálogo antiguo es mucho más que un simple listado. Es un puente a la ilusión, la biblia del coleccionista y un testimonio palpable, vibrante y colorido, de la cultura del juego. Es, en esencia, la imaginación impresa en papel.

 

 

Nostalgia del papel

Hoy, en plena era digital, los catálogos de juguetes siguen siendo irresistibles. No hay PDF ni web interactiva que iguale el placer de pasar las páginas, ver los precios en pesetas, los anuncios de “¡Novedad!” y las fotos de niños modelo. ¿Quién no ha sentido un escalofrío al reencontrarse con el Scalextric que nunca tuvo, la Nancy que le trajeron los Reyes o aquel Tente que desapareció misteriosamente en casa de un primo pequeño? Y es que, como suele decirse, el papel lo aguanta todo… incluso la ilusión de que ese año, sí o sí, los Reyes iban a traer el barco pirata más grande de la historia. Spoiler: a veces llegaba, a veces no, pero el recuerdo del catálogo quedaba para siempre.

 

 

Juego Publicitario

En España, la publicidad de juguetes también tiene su propia historia de transformación. Desde 2005, el Código PAOS —supervisado por AUTOCONTROL y la AESAN— marca las reglas del juego: no engañar a los niños (su imaginación ya hace el resto), no presionarlos para comprar y mostrar el juguete tal como es, sin adornos imposibles. Es un manual de buenas prácticas que, en el fondo, busca proteger la inocencia y la ilusión de la infancia frente a los excesos del marketing.

Hubo un tiempo en que los anuncios de juguetes se colaban en la televisión generalista, entre dibujos animados y meriendas. Ahora, con una normativa más estricta, la publicidad se ha refugiado en canales infantiles como Clan o Boing, donde el público está bien concentrado y las reglas son más claras. Pero la verdadera revolución llegó con YouTube y TikTok. Un ejército de influencers y canales infantiles hace unboxings y gameplays, abriendo cajas y mundos ante millones de ojos atentos. La ley exige avisar con #publicidad o #ad, pero a veces esta advertencia se diluye entre la emoción y la diversión. Aquí, la frontera entre contenido y anuncio es difusa, y la capacidad de persuasión es enorme. Para madres y padres de hoy, distinguir entre juego y publicidad se ha convertido en un reto diario.

 

 

Así hemos pasado de unos pocos anuncios en dos canales de tele a un bombardeo constante en pantallas pequeñas. Sin embargo, la magia del catálogo de juguetes de papel sigue viva: la fantasía de imaginar un juguete nuevo permanece intacta, aunque ahora el envoltorio sea digital y el mundo, más complejo, especialmente en estas fechas navideñas.

En todocoleccion, puedes volver a despertar esa inocencia y emoción de otros tiempos explorando entre más de 23.000 lotes de revistas y catálogos de juguetes. Porque, a pesar de los cambios, la ilusión de soñar con la cabalgata de reyes sigue siendo un disfrute que nos une a todos.