26 de nov, 2021 por Adrián Cortés
Longines ha forjado su reputación con acero inolvidable para que sus relojes sean considerados auténticas joyas de colección. Siempre a la vanguardia tecnológica, la marca suiza presume durante dos siglos de elegancia y precisión.
La historia de Longines arranca en 1832 en la ciudad suiza Saint-Imier, donde Auguste Agassiz se asoció con Henri Raiguel y Florian Morel para fundar el embrión de lo que hoy día -casi dos siglos después- está considerado como uno de los referentes mundiales de la relojería, catalogado también como una auténtica joya de colección.
En sus primeros pasos hacia la cúspide del prestigio internacional, Auguste cambió a sus dos socios fundadores -ambos se retiraron a los pocos años de iniciar el proyecto- por su sobrino Ernest Francillon, personaje clave en el éxito de la compañía.
Ernest Francillon, que había empezado a trabajar en la empresa años antes, cogió pronto las riendas y su primer movimiento en 1866 fue la compra de un terreno en Les Longines -campos largos y estrechos que había cerca del río Suze- para construir la primera fábrica con el nombre con el que posteriormente forjaría su leyenda.
Esta decisión estratégica supuso un punto de inflexión por las ventajas que ofrecía juntar los procesos de fabricación, ensamblaje y acabado de los relojes en un mismo lugar; tan importante como la de Auguste Agassiz que, desde el inicio del negocio, había aprovechado los contactos de su familia en Estados Unidos para facilitar la proyección internacional de la marca.
Solo un año después, Ernest Francillon fue galardonado en la Exhibición Universal de París por su trabajo con el L20A, un modelo que rompía con la tecnología relojera hasta el momento, cambiando la cuerda por llave por una manual por corona. El éxito tuvo eco en los eventos posteriores y ello motivó el registro tanto de la marca como el logotipo de la compañía a nivel nacional e internacional.
Este salto de reconocimiento sentó las bases para la carrera tecnológica del siglo XX, marcada en su inicio por la apuesta por el reloj de pulsera en detrimento del reloj de bolsillo. Años antes, Jacques David, director técnico de la compañía, había aprovechado uno de sus viajes a EEUU para tomar delantera en innovación y convirtió a la compañía en pionera en la mecanización de la producción.
Las primeras décadas de este nuevo siglo estuvieron marcadas por la moda y cómo esta revolucionó la relojería, dando lugar a modelos de caja cuadrada y rectangular, por no hablar de la notable huella que también dejó en ella el Art Decó. Sin embargo, fue la apuesta por el cuarzo en la década de los 70 la que supuso otro punto de inflexión para la industria.
Inmersos en el frenesí innovador, la compañía buscaba -busca- liderar tanto la carrera tecnológica como la estética. De ahí, de esa mezcla entre elegancia y precisión, nacieron líneas como Conquest o La Grande Classique. Asimismo, 1983 fue también una fecha clave para Longines, año en el que se incorporó a la SMH, actualmente Swatch Group. Otra decisión estratégica para seguir expandiendo aún más la marca, aprovechando los canales de distribución del coloso empresarial.
Sin embargo, si algo ha caracterizado a Longines a lo largo de su historia sin duda ha sido su estrecha relación con el deporte. En 1899, la compañía equipó al Príncipe Luis Amadeo de Saboya en su primera expedición al Polo Norte. Asimismo, la marca presume de haber sido cronometrador oficial de la Fórmula 1 durante 10 años y patrocinador de Ferrari; así como lo es desde 2007 de Roland Garros y de las competiciones de esquí organizadas por la Federación Internacional.
Nombrado proveedor oficial de la Federación Aeronáutica Internacional por sus precisos instrumentos de navegación adaptados a los primeros pasos en la aviación, Longines también fue pionera en unir un cronómetro a la foto finish, todo un hito en la competición deportiva.
Ya en el siglo XXI, Longines también presume de lanzar al mercado el primer reloj LCD; pero la compañía decidió no tomar derroteros digitales y sí potenciar las virtudes que le habían distinguido desde su nacimiento -la elegancia y la precisión- como preciados artículos coleccionistas.
Más de 3.500 relojes suizos se han vendido en nuestra plataforma, según Orientaprecios. Números que se suman a los más de 1.400 que lucen en el catálogo para subrayar que Longines es como todocoleccion, una máquina del tiempo forjada con recuerdos de acero inolvidable.