13 de jun, 2019 por Ignacio del Valle
La mítica firma Payá ha alimentado con juguetes de hojalata e imaginación algunos de nuestros mejores recuerdos de infancia.
Eso de que “la fortuna sonríe a los audaces” en ocasiones acierta. En el caso de los hermanos Pascual, Emilio y Vicente Payá Lloret, la intuición, oportunidad y mano femenina oculta les sirvió para transformar una comarca agrícola en industrial, dejándonos los mejores juguetes y recuerdos de la infancia.
De canalones, calderos, aceiteras y hojalata a una empresa juguetera de éxito. Ibi (Alicante) pasó de 3.000 a 14.000 habitantes prácticamente en un par de décadas al principio del siglo XX. Con el paréntesis de la guerra civil española, cuando la fábrica fue militarizada para facturar munición y espoletas de bombas de aviación, la mítica firma Payá ha alimentado con juguetes e imaginación las colecciones más sentidas.
Con más de 800 juguetes en su catálogo de 1936, Payá ha estado dando la lata con la innovación. En 1948 incorporó la primera planta de inyectado de plástico en España. Hay segundas generaciones que quiebran la empresa familiar y también casos de que elevan la pyme hasta las más altas cuotas de mercado. Alrededor de Payá surgió un sector industrial con míticas firmas como Rico, Pico o Moltó.
La reproducción de una tartana, carruaje tirado por caballos, es aceptado como el primer juguete de hojalata comercializado en Ibi y símbolo de la capital juguetera. Es paradójico que tartana signifique también cosa vieja y en mal estado. En todocoleccion puedes disfrutar de antigüedades de hojalata, piezas de museo originales y restauradas con sus cajas intactas.
Al inicio del periodo de entreguerras, el art decó, el futurismo y maquinismo asoma por la vanguardia. La producción de hojalata se dispara para su uso en conservas alimentarias y el frío metal se ilumina con los colores de la estampación metalográfica. Con Europa de guerras y entreguerras, en Ibi aprovechan el momento para blindar el mercado interno. Tras los disparates bélicos las réplicas de Bugatti, zepelines, aviones, submarinos, carruseles, payasos, cocinitas y locomotoras para estimular la imaginación infantil a todo tren.
Con la inspiración de fotos, ilustraciones y también modelos de la competencia se decidía qué juguete fabricar. Lo segundo era proceder a esbozar a mano alzada un modelo a escala real. A continuación se trasladaba el diseño a escayola, seguido por otro de madera. Esta maqueta se recubría con una chapa de hojalata, latón o cobre muy fina para realizar un patrón detallado con los contornos, volúmenes y medidas. A partir de aquí se procedía con la fabricación de matrices: recortadoras, perforadoras y embutidoras elaboradas en la propia planta. Para la decoración se elegían los colores y motivos que ilustraban el modelo.
Las fábricas de las planchas de hojalata enviaban las planchas a las empresas de metalografía y, una vez estampadas en la factoría Payá, se cortaban, troquelaban y perforaban los huecos para las grapas. Después se procedía al embutido de la pieza y se daba volumen a las partes plana del juguete.
Por último, se ensambla el juguete doblando las grapas con alicates e incorporando el mecanismo de cuerda si lo tuviese. En Payá tanto la hojalatería como su impresión se encargaba a industrias auxiliares especializadas, dedicándose los ibenses a las tareas de mercadotecnia, ensamblado, embalado.
Aquí dispones de una sección propia con más de 3.000 lotes de Payá, firma que ha resucitado varias veces, con piezas originales y reediciones limitadas de sus juguetes más famosos. Echa un vistazo y comprueba que Payá tiene cuerda para rato en todocoleccion y en tu memoria.