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Sacapuntas.

7 de oct, 2022 por Adrián Cortés

Sacapuntas, afilador de recuerdos

El sacapuntas es un gran afilador de recuerdos, un instrumento que ha permitido la escritura de los últimos siglos y merced a su evolución ha ido generando nuevos objetos de colección.


El sacapuntas es un objeto indispensable para dar calidad y precisión a la hora escribir, dibujar o colorear; los hay de diferentes tipos y para distintos grosores, según las necesidades y entornos en los que se usen. El trazo del lápiz sobre el papel es consecuencia directa del desgaste de la mina, por lo que la exigencia de despuntarlo es imperiosa.

Destronado parcialmente a posteriori por portaminas, bolígrafos y rotuladores, el lápiz sobrevive siempre con el sacapuntas como fiel escudero en sectores como la carpintería o la escuela, donde podemos encontrar un abanico infinito de afiladores: para carboncillos o colores, más blandos o duros para el dibujo técnico, tematizados con formas de juguetes como microscopios, sillas, pianos, cajas registradoras… En todocoleccion contamos con más de 5.000 en el catálogo, que se suman a los cerca de 15.000 que ya han sido vendidos.

 

 

Sácale punta a su historia

El origen del sacapuntas se sitúa en sus antecesores los afilalápices: pequeños cuchillos/navajas o papel de lija elementales para afilar lápices como el de carpintero, que incluso se siguen usando hoy en día porque al ser estos planos no se les puede sacar punta mediante rotación.

La invención del sacapuntas, como todas las novedades de siglos anteriores, albergan distintas teorías que, entre todas, conforman la evolución del artículo. Los primeros afiladores datan de principios de s. XIX en Francia, donde C. A Boucher ideó para sus pantógrafos un sistema con el que mantener la precisión de la punta de su lápiz, al que Bernard Lassimonne incorporó unas pequeñas limas de metal para afilar mediante la fricción.

 

 

La cuchilla afila el invento

Sin embargo, pese a que el también francés Therry des Estwaux fue quien terminó de optimizar y popularizar el invento colocando una cuchilla en una abertura lineal de un orificio cónico, fue el estadounidense Walter K. Foster quien rediseñó el instrumento para producirlo en serie fácilmente en 1851.

No obstante, no fue hasta finales del s. XIX y principios del s. XX cuando el sacapuntas solventaría su gran problema: la necesidad de que el usuario mantuviese firme el afilador y rotara el lápiz para evitar que la mina se rompiese constantemente. Un asunto al que muchos trataron de darle solución hasta la incorporación de discos de fresado —primero— para sostener el lápiz, sustituidos —después— por cabezales de corte cilíndricos con un filo en espiral.

 

 

Sacapuntas según necesidad y entorno

De la evolución del sacapuntas proliferan multitud de afiladores que se van ajustando a la necesidad y entornos de uso. De los escolares, pensados también para un público infantil, destaca —entre todas sus posibilidades temáticas y estéticas— el sacapuntas con forma de prisma, también con diversas versiones: de plástico o metal, de uno o varios orificios con distintas aberturas para calibrar los grosores, algunos disponen de contenedor para las virutas y otros hasta goma de borrar.

Menos comunes en la actualidad, pero que fueron los más usados durante el s. XX y hoy se han convertido en objetos de coleccionismo, son los afiladores mecánicos de manivela. Fijados a mesas y escritorios de oficinas, bibliotecas y escuelas, estas herramientas destacaban por su robustez, durabilidad y un acabado uniforme y liso de la punta inalcanzable para su competencia.

 

 

Evolución hacia la colección

Un modelo evolucionado a posteriori por motores eléctricos que, bien a pilas o enchufables, permitían controlar la velocidad y la fuerza ejercida para ganar en rapidez, comodidad y usabilidad. Asimismo, aunque los carpinteros continúan usando cúter o navaja para afilar sus lápices, existen también modelos especiales que adaptan su orificio para que encaje a las puntas que se precisen: planas, triangulares...

El sacapuntas es hoy en día unos de los objetos más usados en los centros educativos. La capacidad para afilar lápices es un elemento indispensable para que los escolares, generación tras generación, se formen con trazo fino y sin miedo a equivocarse. El sacapuntas, erigida en una de las grandes herramientas educativas, es también un gran afilador de recuerdos y merced a su evolución ha ido generando nuevos objetos de colección.

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