9 de nov, 2020 por Ignacio del Valle
Más allá de James Bond, el agente 007, recordamos la figura de Sean Connery y su legado en la historia del cine. Grandes películas y mejores recuerdos.
A Thomas Sean Connery (1930-2020), con sus 1,89 m de altura, percha atlética y peculiaridades psicomotrices como su ceja levadiza, ser guapo de cara le sirvió para entrar en el mundo de la farándula bien pagada tras una serpenteada vida laboral en el ejército donde se tatuó amor de padre y madre, hasta llegar al olimpo de los cines con su voz grave de fieltro zamorano, doblada al español por otro grande: Constantino Romero.
Sean Connery transitó por los sets de los estudios más famosos a las órdenes de los directores más importantes de la historia del cine: Alfred Hitchcock, John Huston, Steven Spielberg, Brian de Palma... y también pisó las moquetas estelares de los premios Oscar, Bafta y todos los galardones de la interpretación brilli brilli. Este escocés militante, soy Bond, James Bond, se desencasilló de su papel de espía al servicio de la misma majestad que le nombró Sir Bachelor, todo un caballero, en el año 2000.
Pudo reinar junto a Michael Caine en la novela de Rudyard Kipling y en todocoleccion cuenta con más de 2.600 lotes relacionados con sus personajes, biografía y aventuras de entrevista cordial. En la vida real, Sean Connery rechazó fichar por el Manchester United por considerar demasiado efímera la vida de futbolista. Fue soldado, lechero, camionero, camarero, profesor de natación, pulidor de ataúdes, guardaespaldas y actor.
Conoció la farándula desde las bambalinas del teatro, danzó alrededor de la fama, incluso de tacaño siguiendo el arquetipo escocés. De su origen proletario en Edimburgo a vecino de Marbella, en la Costa del Golf adquirió la mansión del polifacético sibarita Edgar Neville, y salió volando para el paraíso fiscal de las Bahamas huyendo de las notificaciones de la Agencia Tributaria de España como un autónomo fugitivo cualquiera.
Más de whisky que de dry martini agitado, Sean Connery también degustó papeles y eligió roles con recursos actorales meritorios. A la madurez y alopecia se convirtió en sex symbol según la revista People que lo eligió en 1989 el hombre vivo más sexy a los 59 tacos (esa edad en el que el resto de los mortales se hacen invisibles) y remata con el título del hombre más atractivo del siglo XX en 1999, conquistando los corazones y las críticas sesudas con interpretaciones icónicas.
Una de las cualidades que se le supone a cualquier intérprete es su buena retentiva para aprenderse el guion. Nuestro admirado Sean Connery falleció mientras dormía de un infarto a la edad de 90 años el pasado 30 de octubre, una muerte que lo liberó de la demencia senil que le aquejaba.
Protagonizó Atmósfera cero (1981), un western espacial categoría "solo ante el peligro". Para filmar El nombre de la rosa (1986) rebajó los honorarios de su caché. En Los intocables de Eliot Ness (1987), como secundario da una lección de Óscar. Como padre de Harrison Ford en las estudiadas carnes del Dr. Jones, revitaliza la saga de Spielberg en Indiana Jones y la última cruzada (1989). En La caza del octubre rojo (1990) hace creíble la novela de Tom Clancy. Sean Connery rechazó el papel de Gandalf para la trilogía de El Señor de los anillos. Alternó papeles de capricho magistral con los alimenticios.
Por mérito propio, Sean Connery figura en el salón de la fama de la cultura popular, que lo ha hecho inmortal en nuestros recuerdos más aventureros, coleccionistas y agradecidos.