7 de feb, 2019 por Ignacio del Valle
Charles Dickens: Un clásico de la literatura y el cronista más sutil de los claroscuros de la sociedad victoriana.
Charles Dickens creció en un hogar con aspiraciones que conjugaba el verbo tener en todos sus tiempos verbales: tuve, he tenido, tendré... Una prole siempre asustada por la última liada del cabeza de familia, un padre con un punto ludópata hasta las rejas que espabiló al joven diablillo. El chaval no pisó la escuela hasta los nueve años y respiró la incertidumbre de un hogar de acogida y el ambiente de orfanato que describe en Oliver Twist.
Lector autodidacta, con mucha gramática parda en los remiendos, un pico de oro y una memoria fotográfica presta para recordar el gesto, la frase y el detalle, el escritor en ciernes, contribuye al sustento familiar pasando por una fábrica de betún y los galimatías legales como escribano en un bufete de abogados. Así va escalando por el oficio de la pluma, muy ligero, propulsado por un talento excepcional.
Cronista parlamentario, reportero, cuentista, editor, conferenciante, viajero y fenómeno de las letras que a los 27 años se estrena con su primera novela por entregas Los Papeles Póstumos del Club Pickwick, traducida en 1897 por Benito Pérez Galdós, también para publicar por entregas en el Nacional.
Charles Dickens es la voz de las nieblas, hollines victorianos, sudores y los estibadores de Grandes Esperanzas y sentimientos solidarios. Fe en la justicia divina y triunfo del bien sobre el mal. Perspicacia, análisis crítico y agridulces cucharadas de ironía y cruda realidad. Una auténtica máquina de aforismos brillantes para los coleccionistas de frases impresas en sobres de azúcar o aficionados a la glucofilia: "La primavera es la época del año en que es verano al sol e invierno a la sombra".
El escritor embelesa e hipnotiza, maneja al lector como un títere a merced de las emociones que lo elevan de la risa a la desesperación, la congratulación y la lagrimita final. Conocedor de los recovecos del alma humana, Charles Dickens aporta a la literatura contemporánea un salto evolutivo elogiado por los grandes de la época: Tolstoi, Dostoievski, Dumas o Verne.
Explotación infantil, usureros, filántropos de pacotilla, la desigualdad extrema en un Londres bullicioso y despiadado donde germina la lucha de clases. La migración del campo al duro arrabal de la ciudad. Burguesía industrial, aristócratas de castillo se hilan en una trama con personajes marginales, viudas estafadas e indefensos niños. Charles Dickens narra lo que ve y actúa a través del patronato “Urania”, una institución para la alfabetización y reinserción de mujeres “caídas” abocadas a la exclusión social.
Diez hijos, un matrimonio mal avenido y guardado por las cristianas formas. Sin opciones de divorcio, da la espantada del hogar y se embarca en otros afectos falderos. Uno de sus últimos relatos, El Guardavías, coincide con un accidente de tren que vivió en primera persona y por poco le cuesta la integridad física y la reputación en una sociedad de encaje mojigato.
Como todos los clásicos, las ediciones primitivas de Charles Dickens se revalorizan con el paso de los decenios. Su nombre se ha convertido en sinónimo de condiciones laborales extremas y al mismo tiempo de la fraternidad de la Navidad. Las obras de Charles Dickens se han adaptado al cine desde los tiempos de las pantallas mudas, también en representaciones infantiles e interpretada por profesionales en teatros de todo el mundo.
En todocoleccion destacan sus lotes de obras completas editadas por Aguilar, con sus suaves tapas de piel y fino papel, pero también reediciones, fotografías, platos conmemorativos y miles de referencias de los claroscuros tiempos victorianos dignos de recordar.