Julio Verne, visionario en la memoria

El extraordinario viaje de la vida de Julio Verne 

Tras una infancia feliz y provinciana, Julio Verne se traslada a París para cursar la carrera de Derecho. Su intención íntima es dedicarse a la literatura. Ya en la ciudad de las luces, tras desengañarse con las triquiñuelas de las leyes, se dedica a escribir y malvivir sustentado con trabajos precarios. Gracias al apoyo del clan Dumas entra en contacto con un estupendo editor: Pierre-Jules Hetzel fraguará su fama. Fruto de tal colaboración surge la serie Viajes Extraordinarios cuya primera publicación, Cinco semanas en globo (1863), nace de una investigación minuciosa sin haber montado nunca en un globo aerostático. 

 

Con sus premonitorias novelas científicas, Julio Verne se confió con su segunda propuesta creativa: París en el siglo XX. Una visión distópica de un futuro tan tecnológico como desdichado. Su amigo editor le sugirió demorar la publicación de esta obra durante veinte años. Olvidado el manuscrito y rescatado por sus herederos se publicó finalmente en 1994. Entre sus páginas se sugieren avances como el fax, Internet, el alumbrado eléctrico y el tráfico aéreo y suburbano. Mucha comodidad para unos parisinos depresivos. Esta ciclotimia entre la dicha y el pesimismo vital marcarán el carácter, el tono de su extensa obra, reflejo de los altibajos de su experiencia matrimonial.

Mucho y muy fatigoso viaje

 

Julio Verne fue un apasionado entusiasta de la geografía y de los avances técnicos. Se obsesionó con el positivismo de la revolución industrial, la creatividad mecánica, la espectacularidad de las exposiciones universales y los nuevos descubrimientos. Un cóctel de conocimiento sustentado por las publicaciones científicas sobrealimentó en modo turbo la imaginación desbocada de un apasionado hombre de letras: Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), La vuelta al mundo en ochenta días (1872) y La isla misteriosa (1874).

 

Por entregas la tecnología lo puede todo

Las obras de Julio Verne se publicaban en primicia por entregas. Con la obligación contractual de producir entre tres y dos novelas al año. Julio Verne consiguió un triunfo económico tras años de ruina. Consecuencia de una deficiente nutrición en sus años bohemios, su patología gástrica le proporcionó un carácter sufridor. Una difícil relación con un padre representante de un linaje de picapleitos, su triste matrimonio, los quebraderos de cabeza de su único hijo (se reconciliaron al final de sus días). También se complicó la vida como concejal de cultura.

 

 

Para enrevesar más su existencia, su sobrino le balacea dejándole cojo de bastón. Por eso, siempre que pudo, Julio Verne dio la espantada de su hogar: puso velas y raíles de por medio para huir de su entorno opresivo y liberarse con su círculo de amistades niebla. También a través de la imaginación, de los viajes y de los ciclos de conferencias en giras lejanas de casa.

Literatura para ser escuchada en voz alta

Las profusas descripciones, los paisajes narrados, los vivos colores y movimientos de animales e inventos fantásticos alimentados por la electricidad. Personajes enigmáticos, déspotas o generosos y siempre de fondo un romance. Un manantial de fantasía regado con sugerentes ilustraciones.

 

 

Con Julio Verne asistimos al cénit de las ediciones exquisitas. Cuando las artes eran gráficas y se protegían con encuadernaciones lustrosas cosidas a mano y tapas de cuero con letras grabadas. Las novelas de Julio Verne hacen referencia a esa época en la que la ausencia de la radio y de la televisión que él intuyó no existían todavía. Las narraciones con una estructura de planteamiento, nudo y desenlace hacían subir las pulsaciones a un público juvenil y familiar que solía escuchar estas historias leídas en voz alta, al calor de la estufa.

¿Julio Verne en España?

Muy aficionado a la náutica y a los derroteros de los vientos, Verne en sus sesenta y tantas novelas no hace referencia notable a personajes españoles. Aunque hizo escala y reparó su yate en Vigo. También está documentado que conoció las Islas Canarias y tal vez oyó leyendas de calamares gigantes.

Su pasión por todo lo nuevo le granjeó gran simpatía por la nación emergente del momento: Los Estados Unidos de América donde sitúa la acción en De la Tierra a la Luna, Los quinientos millones de la Begún y La vuelta al Mundo en 80 días entre otras referencias.

 

Genio y misterio hasta el cementerio

Julio Verne falleció en 1905 por una secuencia de crisis diabéticas. Precavido por su mala salud con anticipación se encargó personalmente de expurgar su archivo y quemar miles de papeles con notas, borradores de novelas, fichas y revistas con las que documentaba sus escritos. Esta decisión ha acrecentado el misterio entre los estudiosos de su obra con el halo de la especulación paranormal.

Para colmo, como hombre previsor encargó una peculiar tumba llena de símbolos esotéricos en el cementerio La Madelaine de Amiens. La escultura de Albert Roze de un jovial y musculado Julio Verne emerge a través de la lápida con el brazo en alto. Al monumento funerario le debía de acompañar el epitafio: Hacia la inmortalidad y la eterna juventud. Lema que su viuda Honorine vetó cincelar.
 

 

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