30 de ago, 2023 por Ignacio del Valle
La censura nos acompaña desde antes de la invención de la imprenta y se ha ensañado de forma especial con los libros. En este artículo comentamos los libros prohibidos antiguos y presentes.
Prohibido prohibir es uno de los eslóganes más emblemáticos de mayo del 68. Idealismo aparte, la divulgación de nuevas ideas, creencias y tesis ajenas a los intereses y la moral prescrita por los poderes religiosos, económicos y políticos establecidos, la censura se ha ensañado de forma especial con los libros, causando el paradójico efecto de excitar el interés por su lectura.
Pasajes de La Celestina y El Quijote, El Lazarillo de Tormes, La Regenta de Leopoldo Alas Clarín o la trama rural de Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán en su tiempo fueron censurados. Según la cultura de donde nazcas, Lolita de Vladimir Nabokov, Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll o El código Da Vinci de Dan Brown, también son libros prohibidos en la actualidad.
La Iglesia católica, con el índice de libros prohibidos, recopiló y actualizó con denuedo todo un catálogo de publicaciones sospechosas de herejía, inmoralidad o perjudiciales para el alma que la feligresía no debería leer. La idea cobra vida en 1564 como consecuencia del Concilio de Trento con el papa Pío IV, en pleno desarrollo de la imprenta y su poder divulgativo a favor de la escisión luterana y los avances científicos. Un índice de libros malditos que fue suprimido en 1966 por el papa Pablo VI. El hecho de figurar en esta lista negra avivó el interés por la lectura de estas obras prohibidas que llegaban de contrabando con la amenaza de chamuscarse en las calderas de Pepe Botero para una culta eternidad. Pero, ay amigo y estudiosa lectora, la censura en todos los tiempos pasados fue el elefante que okupaba la habitación, y gracias a arriesgados bibliófilos logró esquivar los anaqueles de las más selectas bibliotecas.
La tesis evolucionista de El origen de las especies de Charles Darwin publicada en 1859, inspiró la chufla de la etiqueta del anís del mono: Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento, todavía sigue siendo conflictiva para los creacionistas. J.D. Salinger, autor de El guardián entre el centeno y las hormonas adolescentes, fue reprobado en los Estados Unidos como el perturbador Nabokov con su Lolita. Incluso el Diario de Ana Frank está vetado en determinadas aulas por la crudeza de su testimonio.
A Edward Bulwer-Lytton se atribuye el concepto espadachín: con un tintero, un papel y una pluma un texto puede hacer mucha pupa. El caso Camilo José Cela, censor censurado, tuvo que adaptar su caleidoscópica La Colmena a las formas de la dictadura franquista, que también metió tijera a 1984 de George Orwell, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca o El extranjero del (también Premio Nobel como Cela) Albert Camus.
Regímenes autocráticos, teocráticos y hasta democráticos. El debate acerca de la libertad de expresión es como un carrete infinito de viejísimo hilo negro. Ahora es frecuente que los asesores legales repasen los textos a publicar para evitar demandas y secuestros de ediciones conflictivas. No repetir el sonado caso de Fariña (Historia e indiscreciones del narcotráfico en Galicia) del periodista Nacho Carretero, hecho que ayudó a multiplicar sus ventas. Lo prohibido seduce. Del ojo escrutador no se salva ni Tintín en el Congo, ni Harry Potter, tampoco las lecturas de contenido LGTBIQ+, transgénero o ilustraciones subidas de tono en determinados países.
Por fortuna, en todocoleccion amamos la libertad y hemos salvaguardado para ti decenas de miles de libros proscritos de todas las épocas, perfectamente ordenados como en el Cementerio de los libros olvidados del añorado Carlos Ruiz Zafón.