Mafalda somos todas y todos

Mafalda siempre ha sido una ráfaga de aire fresco, naif y reclamaciones para un mundo sordo. A Joaquín Salvador Lavado Tejón, “Quino”, le encargaron en 1963 una tira de dibujos para la campaña publicitaria de los electrodomésticos Mansfield. Con esas comeduras de tarro, que se gastan los ejecutivos de estudios de mercado, el genial ilustrador se propuso conectar con humor la idiosincrasia de la familia de clase media.

Como tantos proyectos, los bocetos anidaron en la carpeta de los trabajos rechazados. Aún así Quino se quedó con el lápiz detrás de la oreja porque su idea tenía recorrido. Poco tiempo después asistimos a la revelación de las tiras en blanco y negro de Mafalda en los medios argentinos: Primera Plana, El Mundo y Siete Días Ilustrados. Entre estribillos de The Beatles y suspiros de paz mundial, Mafalda, a la que ahora se le calculan cincuenta y tantos años, ha dejado una huella en la memoria de más de una generación.

 

 

Más que feminismo: Mafalda 

Los años 60 de la Guerra Fría y la carrera espacial con el mayo francés del 68 al fondo, también inquietaron con las espantosas noticias de la guerra televisada de Vietnam y la revolución cultural de la China maoísta. Mientras Europa se recupera de la II Guerra Mundial, en la Argentina postperonista emerge una clase media consumidora de una inflación económica única en América del Sur. A través de la mirada limpia de una niña que solo odia a la sopa y se cuestiona todo lo demás. Asistimos a los desatinos, contradicciones y paradojas de unos adultos que no tienen todas las respuestas. Los amigos de Mafalda son Felipe, Miguelito, Manuel “Manolito” Goreiro, prototipo de emigrante gallego emprendedor y Susanita, la versión femenina más opuesta a Mafalda. Después se incorporará a las viñetas Guille, el hermano pañal de Mafalda y Libertad, una criatura mínima, metafórica a escala de su nombre.

Las tiras de Mafalda se han traducido a más de 30 idiomas. Los asuntos que se tratan en clave bonaerense son de total universalidad. La injusticia, los derechos humanos y de la infancia. La mascota: una tortuga que se llama “Burocracia”. Los desvelos de la madre de Mafalda contra la escalada de precios. El padre de Mafalda, oficinista en una siniestra agencia de seguros, es aficionado a cuidar plantas en su tiempo libre. Las diferencias de Mafalda con su madre, Raquel, que abandonó los estudios universitarios y aspiraciones de pianista por un futuro de delantal, puchero y plumero. Desde el jardín de infancia, la familia crece en un mundo al que se incorpora la televisión, el Citroën 2CV, las vacaciones de cubo y pala de playa...Ese vértigo que es sacar la prole adelante surfeando los altibajos económicos y políticos endémicos de la República Argentina.

 

Mafalda de 1964 a 1973

A través de unos dibujos de una elaborada sencillez, contornos de línea fina, la serie de Mafalda se imprimió en diversos medios. Las ediciones de 10 tomos editados por Lumen, en innovador formato apaisado, con el acotado “Para Adultos” y el poster de Mafalda decoraron muchas habitaciones no tan infantiles. En todocoleccion puedes seguir la pista de esas aventuras editoriales en los soportes más diversos, series de animación, material decorativo, stickers... El universo Mafalda a través de más de 2.500 lotes de colores y viñetas que te harán recordar esos idealistas días.

 

Mafalda en nuestros corazones

La sensibilidad y olfato crítico con los que Quino retrató las injusticias, los absurdos e hipocresía del mundo adulto. Mafalda aspiraba a ser de mayor presidenta de la Organización de las Naciones Unidas. En nuestros corazones lo ha conseguido. Mafalda goza del reconocimiento mundial por su valentía, compromiso con los derechos infantiles y el papel protagonista de la mujer en la sociedad actual, por lo menos en todocoleccion, donde perduran tus mejores recuerdos.