14 de may, 2019 por Ignacio del Valle
Santa Teresa se complicó la existencia. De un destino hidalgo a la reforma de la orden carmelita con persecuciones, éxtasis y una escritura que todavía deja con la boca abierta.
Teresa de Jesús, Santa Teresa o Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada (1515-1582), ya sea como santa, doctora de la Iglesia o escritora corresponde a un fenómeno trascendental en las letras hispanas. Monja fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos está considerada junto a San Juan de la Cruz el cúlmen de la mística española. Los ayunos, mortificaciones, sus elevaciones y éxtasis.
Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero
Santa Teresa se cría en una familia numerosa; diez hermanos de origen converso. Cuando el Santo Oficio centraliza su sede en Toledo, el padre de Teresa se traslada a Ávila donde inicia una nueva etapa. Es en Ávila donde crece una niña especial aficionada a la lectura y las aventuras con su hermano Rodrigo también sediento de cruzadas. Las nuevas que llegan del Nuevo Mundo, los descubrimientos y prodigios excitan con novelerias el ambiente de la época.
La pérdida de la figura de la madre en plena pubertad, Teresa sólo contaba con 13 años, más los enredos cordiales con un primo motivan que su padre interne a la moza en 1531 en el colegio de Gracia regido por las madres Agustinas. Esta toma de contacto con la vida religiosa se transforma en una vocación por el convento que no figuraba en los planes de su progenitor. Santa Teresa mujer culta y autónoma, desenvuelta en lo financiero y social podría aspirar a una vida desahogada, pero su creciente fe le aleja de aspiraciones palaciegas.
La vida de monasterio en aquel entonces demasiado relajada y de régimen excesivamente abierto con salidas, visitas y celdas con abundancia de comodidades incitan a Santa Teresa a transformar el Carmelo con una regla reformista no muy del agrado de las autoridades eclesiásticas españolas y las novicias aristocráticas.
Santa Teresa mujer cultivada, de mundo, conversadora y con gracia choca con el arquetipo de la monja sumisa. Estas habilidades sociales son imprescindibles para moverse con desenvoltura en la presentación de su proyecto, negociación burocrática y captación de fondos para llevar su reforma a cabo.
Que nada te traume, que nada te turbe, todo se pasa, solo Dios basta.
Una mala salud de hierro acompañó a nuestra santa hasta el fin de sus días. Con 17 fundaciones de conventos, muere sin publicar ninguno de sus escritos: cartas, notas y poemas salieron de su pluma con gran esfuerzo dejándonos un lenguaje tan gráfico que casi se puede tocar. Al mismo tiempo que nos dejó sus pensamientos.
Por orden de sus superiores, la Inquisición la vigiló muy de cerca con la intransiguencia a mano. Como española quijotesca universal, santa Teresa fue elevada a los altares tras una existencia de privaciones, viajes, conspiraciones, burlas, desprecios y enemistades de personajes tan influyentes como la princesa de Éboli.
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