20 de may, 2022 por Adrián Cortés
El whisky, teóricamente, es algo extremadamente simple: alcohol destilado de grano de cereal fermentado, añejado después en barriles de madera durante años. Esta agua de la vida, que ha sobrevivido a guerras, prohibiciones y hambrunas es también un preciado licor de colección.
Grosso modo, sintetizando sin ánimo de ofender a los puristas, el whisky es cerveza destilada. Entre las inabarcables y confusas teorías sobre los orígenes de esta bebida, destacan las atribuciones a los egipcios por su arte de la cerveza; las alquitaras griegas en tiempos de Aristóteles en los que se elaboraba aguardiente; y la importación del mundo árabe por alquimistas medievales. Sin embargo, la primera mención al aqua vita aparece en un documento de la Hacienda escocesa en 1494.
Esta bebida, que nació en las abadías de Escocia en el siglo XV, pronto se convirtió en el licor predilecto de los británicos. En su origen, la realeza le entregó el monopolio al gremio de barberos y cirujanos de Edimburgo con fines curativos; pero pronto comenzó a controlarse la producción porque emplear el grano para destilar en tiempos de hambruna era un lujo que solo podían permitirse los nobles.
La prohibición de la producción privada y su férreo control agudizaron el ingenio y el contrabando de una bebida que la corona británica se encargó de exportar a los cinco continentes. Capaz de reinventarse y sobrevivir a guerras mundiales, existen miles de whiskys destilados por el mundo.
El irlandés proviene de cebada malteada, maíz y, en menor proporción, de otros cereales como el centeno, el trigo y la avena. En Escocia, básicamente se elaboran dos tipos: el de grano y el de malta, de mayor calidad debido al cereal, al tipo de alambique, su doble destilación y su largo y cuidado envejecimiento. El canadiense es más ligero y seco que los escoceses porque tiene menos cuerpo, un sabor más neutro. Mientras que en EEUU se destilan tres: el rye, original de emigrantes irlandeses; el corn, una versión del rye en el que predomina el maíz frente al centeno; y el bourbon, una evolución de los anteriores cuyo peculiar proceso de elaboración produce un whisky más aromático y dulce.
En este Top Five destacamos los 5 whiskys más caros vendidos en todocoleccion:
Port Ellen Maltings celebró su 25 aniversario con esta botella de edición especial de 70cl. La destilería lanzó esta botella en 1998 antes de parar su producción y, aunque desde 2020 recuperó la actividad, fue vendida en 2017 por 2.101,05€ como un licor único y en extinción.
El Macallan etiqueta azul de 30 años se maduró exclusivamente en barricas de roble de Jerez y se embotelló a finales de los 90. Característico por su presentación en su estuche original de madera azul, mundialmente reconocible entre coleccionistas, por el que se pagaron 2.500€ en 2020.
El whisky The Yamazaki 18 años es malta envejecida en barricas de roble español, americano y Mizunara, exclusivo de los bosques asiáticos que le da un toque afrutado y especiado. Una explosión de sentidos japonesa que se vendió por 2.500€ en 2021.
Destilado en 1946, esta edición limitada de Macallan fue madurado durante 52 años en barricas de Jerez. Presentado en un estuche de madera artesanal, con certificado de garantía firmado por el gerente de la destilería y fechado el 1 de mayo de 1998, este whisky se vendió en 2021 por 2.800€.
En 2010, Macallan produjo una edición especial de la Sherry Oak de 20 años en honor a los maestros de la fotografía, acompañando la botella con un libro recopilatorio de imágenes. Este ejemplar de Albert Watson, del que solo se fabricaron 1.000 unidades, fue vendido en 2019 por 3.223€.
Según Orientaprecios, en todocoleccion se han vendido más de 11.900 lotes de whisky y hay otros 12.000 en el catálogo, entre los que destacan este Macallan de 1973 o un Glenfarclas de 1954. Números y botellas que, más allá del fino gusto en el paladar, demuestran un importante atractivo coleccionista.