16 de oct, 2023 por Adrián Cortés
Furby revolucionó la industria del juguete, introduciendo la robótica en pequeños animales peludos de ojos inquietos que enternecieron a toda una generación que cambiaba de siglo.
Furby marcó un antes y un después en la industria del juguete, la electrónica y la robótica a finales de los 90. Unas criaturas de aspecto tan tierno como travieso te atravesaban el corazón con una mirada inmensa con ojos expresivos y curiosos para conquistar a los niños con la tecnología.
A finales de los años noventa, la industria juguetera atravesaba una nueva Edad Dorada, en la que las videoconsolas ya se habían asentado en los hogares y formaban parte de la cotidianeidad, en Japón nace Tamagotchi, un dispositivo completamente electrónico y portátil que acaparó todo el protagonismo y, por ende, el mercado.
El éxito comercial de Tamagotchi alentó a los jugueteros norteamericanos, focalizados en diseñar la mascota electrónica definitiva: dibujar el físico del amasijo de píxeles de la pantalla LCD. Asimismo, no solo envolvió en bolas de pelo los componentes electrónicos, si no que estableció pequeñas rutinas robóticas para que el juguete reaccionase a los estímulos.
Dave Hampton y Caleb Chung crearon a Furby bajo una premisa simple: diseñar un juguete que aprovechase los avances existentes en la electrónica, que intercambiara impresiones con el usuario y que, además, fuese adorable. El furbish, ese lenguaje de sílabas cortas y palabras muy simples, fue convirtiéndose en inglés con el paso del tiempo y la interacción del niño con el juguete, demostró ser también una herramienta útil y recomendada para niños autistas o con dificultades de adaptación y se empleó como juguete de referencia en terapias y en colegios.
Los Furbys son mucho más que simples juguetes de plástico y circuitos, son tesoros emocionales que nos conectan con nuestra infancia y coleccionarlos es una forma de preservar la magia y la calidez que estos seres peludos han brindado a nuestras vidas a lo largo de los años.
La Navidad de 1998 Tiger Electronics lanzó al mercado Furby y se vendieron cerca de 2 millones de unidades. Sin stock a las pocas semanas, la prensa hablaba del "juguete más complejo jamás creado" y espoleó el interés por adquirirlo, dando pie a reventas, falsificaciones y especulaciones que multiplicaron su precio de salida exponencialmente.
La obsesión por el Furby desbordó hasta a la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA), que en 1999 distribuyó un memorándum interno en el que quedaba terminante prohibido llevar un Furby al trabajo, debido a que se consideraba al juguete como un potencial y peligroso elemento de espionaje.
Hasbro adquirió Tiger en 2005 y aunque la popularidad del Furby fue decayendo, siguen surgiendo reediciones especiales con ilustres como Star Wars. Para muchos de nosotros que crecimos con estos adorables compañeros en los años 90, poseer uno es como tener un pedacito de nuestra infancia de vuelta. El sonido inconfundible que emitían, sus bailes y travesuras, todo ello evoca recuerdos felices y cálidos.