23 de sep, 2022 por Adrián Cortés
Al igual que la numismática y la notafilia juegan a calibrar el valor del dinero con los parámetros del tiempo y su singularidad; hay huchas tan extrañas, divertidas y originales que hacen del cofre -en sí mismo- su propio tesoro.
La hucha se ha convertido hoy día en un invento divertido para estimular a los niños a ahorrar: el primer fondo de inversión financiado con los regalos del ratoncito Pérez, cumpleaños y demás fiestas de guardar infantiles. Una utilidad edulcorada que, en realidad, se remonta a tiempos pretéritos en los que proteger el dinero era más que un juego: una necesidad, la de conservar el patrimonio.
Merced al paso del tiempo, encontramos huchas que han ido evolucionando de los cofres, baúles, cajas, barriles, sacos, bolsas o figuras de cerámica, vidrio, metal, bronce, madera o cuero a piezas más actuales de plástico, que recorren todo el espectro temático desde juguetes para los más jóvenes hasta valiosas piezas de decoración y colección para los adultos.
En la actualidad, la palabra hucha está comúnmente relacionada con los niños, parece prácticamente inevitable vincular un término con otro. Sin embargo, guardar el dinero fue una de las grandes preocupaciones de nuestros antepasados adultos, teniendo en cuenta que vivían en una sociedad en la que no existían entidades bancarias que custodiasen sus ahorros.
En este sentido, rememorando tiempos pretéritos, las primeras huchas estaban cargadas de simbolismo. Las más comunes fabricadas en cerámica tenían forma de cerdito, animal que en la Edad Media significaba prosperidad: tener un cerdo aseguraba comida o, en su defecto, dinero por su venta.
El primer contenedor de monedas descubierto del que se tiene constancia data del Antiguo Testamento, del siglo II a. C. en una antigua colonia griega ubicada hoy en día en la actual Turquía llamada Priene. Coetáneas, también se han localizado otros recipientes de arcilla cocida donde se guardaban monedas, en excavaciones en las antiguas ciudades romanas de Pompeya y Herculano.
Hay huchas de todos los tamaños, formatos y temáticas. Huchas de dibujos animados, infantiles para los más pequeños; huchas tétricas para los más oscuros; huchas de juguete que simulan bancos, cajas fuertes, globos terráqueos, latas de leche condensada reconvertidos en huchas…
Las hay también icónicas que se han convertido en elementos decorativos, juguetes autómatas que actuaban también como huchas a tiempo parcial como Monkey Bank o éxitos taquilleros como Cazafantasmas. Hay huchas de tus superhéroes favoritos, de tus personajes de Disney… hay huchas para todos los gustos y generaciones.
En el catálogo de todocoleccion, podemos observar la cantidad y variedad de huchas extrañas y originales que conservamos con cariño en nuestros hogares. Desde jarras de la Primera Guerra Mundial reconvertidas en cofre o alcancías en forma de ataúd de principios de siglo XX a la de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 o la sumadora del Tío Sam, símbolo estadounidense del imperialismo económico.
Al boom de las huchas se sumaron también las grandes marcas comerciales, lanzando sus propios contenedores de riqueza. Boomer aprovechó el tirón de sus chicles para vender sus muñecos como hucha entre los 80-90. Al igual que había hecho antes Coca-Cola o Juncosa, promocionando su chocolate con un dispensador de hojalata como hucha.
Entretanto, resulta también inevitable recorrer la historia de estas huchas y mencionar su papel benéfico. Estas alcancías, ladroneras o cofrecillos, que nacen de la antigua necesidad humana de salvaguardar la riqueza, también son iconos de la limosna en ONG o iglesias.
Las huchas DOMUND -acrónimo del Domingo Mundial de las Misiones creado por Pío XI en 1926- formaron parte del decorado de las aulas españolas durante la mitad del siglo XX y actualmente son las alcancías más cotizadas entre los todocoleccionistas, demostrando que el tiempo hace del cofre -en sí mismo- su propio tesoro.