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Seiko.

17 de sep, 2021 por Adrián Cortés

Seiko, una máquina del tiempo

El sueño del joven Kintaro Hattori era que sus cronómetros japoneses pudieran competir con las mejores piezas suizas y, 140 años después, podrá descansar tranquilo sabiendo que con Seiko acabó forjando una máquina del tiempo que cambió para siempre la historia de la relojería.


Los precedentes históricos se remontan a 1551, cuando un misionero jesuita regaló un reloj mecánico a uno de los señores feudales más importantes del país. Hasta la fecha, la tradición relojera nipona se limitaba a las clepsidras; pero, medio siglo después, un grupo de misioneros cristianos creó una escuela de elaboración de relojes e instrumentos de astronomía en Nagasaki.

La unificación de Japón en 1635 trajo consigo la represión de los misioneros y el aislamiento del país ante cualquier influencia externa. Bajo este contexto, nació la tradición nipona de fabricación de relojes, basados en el mes lunar y en la división de la jornada en el día y la noche. Una tecnología que quedó obsoleta en 1872, cuando el gobierno Meiji puso fin al calendario lunar y adoptó el sistema de horario occidental, reactivando así, de un día para otro, la importación de modelos europeos y americanos.

 

 

Cronología de un sueño

Apenas contaba 18 primaveras Kintaro Hattori cuando decidió en 1877 dedicarse a la reparación de relojes en su propia casa. De este humilde negocio de Kyobashi nacería posteriormente en 1881 Seiko, pero, para convertirse en el motor de la relojería japonesa durante 140 años, este joven ambicioso tuvo que sortear todo tipo de obstáculos tecnológicos, políticos y bélicos.

Con sus primeros ahorros, Hattori consiguió fundar una empresa dedicada a la reparación y venta de relojes de segunda mano que en 1892 le permitió dar el salto y comprar una fábrica en desuso en Tokio. Así surgió la marca Seikosha: ‘seiko’, se podría traducir por ‘diminuto’, ‘éxito’ o ‘exquisito’; y ‘sha’, como ‘casa’. En 2020, Seiko fue el tercer reloj más buscado en la web de todocoleccion con 128.086 consultas, solo por detrás de Omega y Rolex.

 

 

Importar para exportar

A un ritmo vertiginoso, el proyecto de Hattori conquistó el mercado japonés gracias a su metodología y constante avance tecnológico: relojes de pared, de bolsillo y, en 1899, fabricó el primer despertador de manufactura nipona. El inicio del siglo XX estuvo marcado por los continuos viajes del empresario al extranjero para importar los modelos de producción suizos y americanos.

Ni siquiera la guerra con Rusia en 1904 y la orden de fabricar material armamentístico frenó la progresión de Seikosha, que, si bien tuvo que dividir su producción, obtuvo una importante inyección económica para a la postre incrementar sus inversiones y en 1913 salió a la luz Laurel, el primer reloj de pulsera elaborado en Japón.

 

 

Terremotos y bombas

Sí que hizo mella el terremoto de 1923, que destruyó las fábricas más importantes de la compañía. Un duro golpe que puso en jaque el sueño del ya no tan joven japonés que había alcanzado el cénit de la relojería. Sin embargo, lejos de rendirse, la firma dobla la apuesta y un año más tarde nace el primer modelo con el nombre ‘Seiko’.

En 1934, muere Kintaro Hattori a los 75 años, dejando a la empresa como líder del sector en Japón. Una herencia que recogieron sus dos hijos e hicieron del relevo generacional un desafío comercial e innovador. Pese a que la recogida del testigo fue impecable e ilusionante, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial hicieron saltar por los aires la fábrica principal de Seikosha.

 

 

Ambición sin límites

La falta y mala calidad del material lastró la recuperación de la empresa, que, no obstante, vio en el contexto hostil una nueva oportunidad para reinventarse. Los ingenieros se centraron en la fabricación de nuevas máquinas automáticas que mejorasen la producción y en 1960 nació la colección ‘Grand Seiko’, orientada a un público más refinado.

Paralelamente, los dirigentes de Seiko no escondieron nunca su obsesión por la cronometría y trabajaron en ello hasta equipararse a los relojes suizos en los concursos. Sin embargo, fue la innovación en el desarrollo de mecanismos de cuarzo lo que le daría un salto cualitativo respecto a la competencia. En diciembre de 1969, la empresa nipona se encumbró con la comercialización del modelo ‘Astron’, el primer reloj de pulsera de cuarzo del mundo.

 

 

Carrera tecnológica

Esta coronación del mercado no fue un hecho puntual, pues los descendientes de Hattori también heredaron su insaciable ambición. El fervor por la constante innovación les permitió entrar de lleno en la carrera digital y luchar con americanos y suizos por situarse a la vanguardia del desarrollo tecnológico. La elaboración de circuitos integrados fue crucial en la producción de modelos con funcionalidades inalcanzables para la competencia.

La batalla estaba servida y, a mediados de los setenta, todos los relojeros buscaban sistemas de alimentación alternativos a la pila. En 1986, Seiko presentó en la Feria de Basilea un modelo con un sistema de carga a través de un motor ‘AGM’ (Mecanismo de Generación Automática), conocido como ‘Kinetic’.

 

 

De este modo, con el dominio de la tecnología electrónica y mecánica, Seiko se adentró en el siglo XXI. Una posición privilegiada en el mercado de la relojería, bajo la que proliferarían modelos como el ‘Spring Drive’ y se potenció la línea ‘Grand Seiko’. Asimismo, la compañía, en desarrollo de su innovación en energía solar, sacó al mercado el ‘Astron PGS Solar’, el primer reloj del mundo que recibe la información de ubicación y ajusta automáticamente el huso horario.

Seiko, que presume en sus eslóganes de ir siempre un paso por delante de los demás, celebra su 140 aniversario gracias a una capacidad de innovación que no conoce límites. Actualmente, en nuestro catálogo contamos con más de 750 relojes de la firma japonesa y, según Orientaprecios, se han vendido 2.696 en todocoleccion, donde los recuerdos se miden con precisión.

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