Arcopal: El cristal que iluminó las mesas

2 de dic, 2025 por Ignacio del Valle

Arcopal: el cristal que iluminó las mesas

Arcopal es mucho más que una vajilla: fue símbolo de modernidad y unión familiar en la posguerra. Hoy, su historia y encanto siguen conquistando coleccionistas.


En la memoria de varias generaciones, Arcopal no solo evoca platos y tazas, sino también la sensación de modernidad. Arcopal fue un fenómeno social y un éxito industrial, pero, sobre todo, es un testimonio del espíritu de una época de grandes transformaciones en Francia y España. Su historia es la de un diseño que supo capturar el deseo de luz, color y practicidad de toda una sociedad castigada tras la guerra.

Los orígenes: de la opalina de lujo al cristal irrompible

Para comprender la revolución que supuso Arcopal, hay que remontarse al siglo XIX, cuando la opalina —un vidrio blanco, opaco y translúcido— se convirtió en sinónimo de lujo en Francia. Sin embargo, la opalina tradicional era frágil y costosa, reservada para objetos decorativos y exclusivos.

El gran salto llegó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la empresa francesa Saint-Gobain desarrolló un proceso de templado químico que multiplicaba la resistencia del vidrio que permitía crear piezas hasta cinco veces más resistentes a golpes y cambios de temperatura que el vidrio común. Así nació el vidrio opalino templado, la base de la futura vajilla Arcopal.

En 1956, Saint-Gobain lanzó oficialmente la marca Arcopal, nombre que combinaba Arc (posiblemente aludiendo a la resistencia de un arco) y Opal (por el aspecto opalino del material). El nuevo producto era higiénico, no poroso, resistente al rayado y, en condiciones normales, prácticamente irrompible. Esta resistencia fue el gran argumento de su éxito y el pilar de su estrategia de marketing.

 

vajilla-arcopal-margaritas

 

Arcopal versus Duralex

Cuando hablamos de vajillas francesas populares, dos nombres siempre salen a relucir: Arcopal y Duralex. Aunque ambas han estado presentes en las mesas de varias generaciones, cada una tiene su propio carácter y encanto.

Arcopal se reconoce enseguida por su aspecto blanco opaco y su tacto suave. Sus platos y tazas parecen casi de porcelana, pero en realidad están hechos de vidrio opalino, lo que les da ese aire cálido y acogedor tan típico de las cocinas familiares. Además, suelen llevar decoraciones florales o diseños coloridos que evocan recuerdos entrañables.

 

Ensaladera Arcopal

 

Arcopal en España: un rayo de modernidad

El fenómeno Arcopal no tardó en cruzar los Pirineos. A finales de los años 50, España iniciaba su propio proceso de apertura económica.  La clase media emergente aspiraba a los mismos signos de progreso y bienestar que en Francia se percibía principalmente en los turistas del país vecino.

La empresa Vidrieras Españolas S.A. (VIESA), con fábrica en Avilés (Asturias), obtuvo la licencia para fabricar y comercializar Arcopal en España. El lanzamiento, hacia 1962, fue todo un éxito. En un país donde la loza y la cerámica tradicional dominaban las mesas, Arcopal supuso una auténtica revolución. Sus colores claros, su ligereza y su facilidad de limpieza (ideal para los primeros lavavajillas domésticos) conquistaron rápidamente a los consumidores.

Arcopal se convirtió en el regalo estrella para las bodas de los años 60 y 70, símbolo de un hogar moderno y funcional. También fue la vajilla de referencia en bares y cafeterías, donde su resistencia era garantía de ahorro y durabilidad. Muchos recordamos el sonido característico de los platos de Arcopal y su blancura inmaculada.

 

Publicidad de Arcopal años 70

 

El marketing de VIESA supo conectar con el público español, adaptando los mensajes a los valores locales: Arcopal, la vajilla  completa e irrompible se convirtió en un eslogan familiar. La producción nacional permitió ofrecer precios competitivos y consolidar su popularidad en todo el país.

Las vajillas Arcopal de la fábrica Viesa en Avilés son las reinas indiscutibles de los cazatesoros. Si tu infancia olía a plato de cuchara y tus platos eran irrompibles, seguro que reconoces a las superestrellas: la Barcelona (de los 60), con sus alegres margaritas y formas geométricas de colores chillones, es la abuela trendy de todas las series. Su prima, la Ibiza (de los 70), era la hippy psicodélica con flores gigantes y espirales. No te olvides de la Valencia, más sobria con su raya fina y puntos, ni de la Mallorca y su flor de seis pétalos. Para los modernos de los 80 estaban Neptuno y Coral, con sus relieves marinos en azul verdoso. Todas llevan su nombre y el sello Arcopal en la base como un tatuaje de autenticidad. Viesa cerró en 2003, convirtiendo estos platos y fuentes, testigos de miles de meriendas, en oro para nostálgicos. ¡Busca en el trastero, que tener una "Barcelona" completa es como encontrar un Goya en el desván!

 

Juego de Café o té Arcopal 6 tazas modelo Harlequín

 

El declive y el renacimiento: de artículo cotidiano a objeto de culto

A partir de los años 80, Arcopal empezó a perder terreno. Los gustos cambiaban y la llegada de la porcelana vitrificada, aún más resistente y con diseños más variados, le restó protagonismo. La popularización del microondas también supuso un reto: aunque Arcopal resistía bien el calor, no era tan eficiente como otros materiales para calentar alimentos de forma uniforme.

Además, el éxito masivo de Arcopal se volvió en su contra. Lo que había sido símbolo de modernidad pasó a verse como de la abuela, asociado a contracorrienye de un ambienye de consuo ávido de novedades. Poco a poco, tanto en Francia como en España, la producción de vajillas Arcopal fue decayendo. La fábrica de Avilés cerró a principios de los años 90, poniendo fin a una era.

 

Taza de Nocilla reutilizable fabricado por Arcopal.

 

Pero la historia de Arcopal no terminó ahí. A partir de los años 2000, la ola vintage y la nostalgia devolvieron a Arcopal a las tendencias de decoración hogar. Coleccionistas, diseñadores y jóvenes amantes de lo retro redescubrieron el encanto de sus formas y colores. Un objeto de deseo por su valor estético y sentimental.

 

Arcopal vajilla clásica


Arcopal hoy: legado y coleccionismo

Arcopal ha trascendido su función original para convertirse en un icono del diseño doméstico europeo. Su historia es la de un producto que supo interpretar los sueños de una sociedad que salía de la austeridad. Regalaba luz, color, sencillez y paz. Hoy, Arcopal es sinónimo de nostalgia y autenticidad. En cada plato, taza o fuente se esconde una pequeña historia familiar, una anécdota de infancia o una celebración compartida. Por eso, no es de extrañar que se vuelvan a buscar esas piezas para vestir sus mesas con un aire retro y cálido.

 

Irrompible e irresistible: Arcopal

 

En todocoleccion, Arcopal sigue despertando pasiones. Tienes a tu disposición más de 600 lotes y en los últimos años se han comercializado más del doble. Lotes de juegos de café, vasos, tazas, vajillas completas sin desembalar... Su valor ya no está solo en la resistencia, sino en la capacidad de evocar recuerdos y emociones. Porque, al final, los objetos que nos acompañan en la vida cotidiana acaban formando parte de nuestra historia personal.

 

Juego de té o café Arcopal a estrenar en embalaje original

 

Mesas de fiesta

Arcopal ha trascendido su función original para convertirse en un icono del diseño doméstico europeo. Su historia es la de un producto que supo interpretar los sueños de una sociedad que salía de la austeridad y buscaba luz, color y sencillez. Sobre todo en estas fechas de cenas navideñas, cuando las mesas de comedor se visten de gala con vajillas Pickman, Churchill, Limoges, Cartuja Pickman de Sevilla, Bidasoa, San Claudio, Santa Clara o Sargadelos que brillan más que un árbol de Navidad, las vajillas Arcopal también reclaman su espacio. Porque, aunque más humildes, tienen el poder de evocar recuerdos entrañables y de reunir a la familia en torno a la mesa, mezclando tradición y modernidad.

 

Set de copas Arlequín de Arcopal

 

En todocoleccion, Arcopal sigue despertando pasiones. Su valor ya no está solo en la resistencia, sino en la capacidad de evocar recuerdos y emociones. Porque, al final, los objetos que nos acompañan en la vida cotidiana acaban formando parte de nuestra historia personal.

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